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REVISTA GENERAL DE MARINA ENERO FEBRERO 2013

TEMaS PROFESiOnaLES como en el del mayor riesgo en despegues, amarajes y vuelos de guerra, multiplicaban su esfuerzo, interesados en prestar eficaces servicios y con ello elevar el prestigio de su especialidad ante el parecer de los oficiales de los buques, que como factor común del sentir general de los profanos a la Aeronáutica de aquel tiempo no reconocían ni apreciaban la utilidad de los servicios que a favor de los buques o contra otros objetivos de importancia podían ejecutarse desde el aire.» Para los que conocen el devenir de los últimos grandes conflictos, la Segunda Guerra mundial y la Crisis de las malvinas de 1982, como ejemplo, saben de lo esencial e imprescindible que es y ha sido la aviación naval embarcada. El concepto doctrinal del aire integral, apadrinado por Italia y Alemania (y acogido por España) durante la Segunda Guerra mundial, establecía que la Armada debía obtener apoyo aéreo de la Aeronáutica militar (Ejército del Aire) cada vez que lo requiriera y allá donde fuera necesario. El resultado patente de su fracaso se demostró entre otros ejemplos el 28 de marzo del 41, cuando se prometió vigilancia aérea de la Aeronáutica Real al almirante Iachino en el cabo matapán. no la tuvo, y se quedó ciego bajo la acción de los torpedos de los aviones del portaaviones Formidable. Dos meses después el acorazado Bismarck sufrió un ataque con torpedos de los aviones del portaaviones ark Royal que prácticamente lo paralizó al recibir impactos en su timón. Posteriormente fue hundido por los buques de la Armada británica. Reseñar también las palabras del almirante nagumo después de Pearl Harbor: «…una Armada sin alas pertenece al pasado…». Sobre las malvinas destacar el éxito de la Aviación naval embarcada inglesa (Harrier) sobre la basada en tierra. Sus bases se encontraban demasiado lejos del escenario bélico para ser todo lo efectivas que debían haber sido. Así pues la historia nos demuestra que —aun frente a impedimentos legales, a políticos y corporativos— es necesaria, tanto hoy como ayer, una aviación naval embarcada que ayude a cumplir adecuadamente las misiones que se le asignan a la Armada. Esos impedimentos casi dieron al traste con las expectativas de nuestra Armada y sobre todo las de alguno de sus visionarios, pero al final lograron dar por bueno el dicho de que «la Armada no volverá a permitir que haya buques sin cubierta de vuelo…». Desde ese momento las aeronaves de la Aviación naval se han convertido en parte integral del buque, con armas y sensores propios. Son sus pilotos los oficiales responsables —con el conocimiento íntimo del medio (la mar)— de llevar a cabo las acciones y misiones que le encomiende su comandante. Todo esto unido a lo ocurrido desde entonces no ha hecho más que resaltar la importancia que estos medios tuvieron, tienen y tendrán en el futuro de las Armadas que se precien. 58 Enero-feb.


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