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REVISTA GENERAL DE MARINA JULIO 2014

TEMAS GENERALES la ocupación de la luisiana Después de su periplo europeo Antonio de Ulloa regresó a América como gobernador de Huancavelica (Virreinato del Perú) y superintendente de las minas de mercurio de la región, cargos que desempeñó entre el periodo 1758- 1764. En esos años se enfrentaría tanto al gremio de mineros como a los funcionarios virreinales, lo que le llevó finalmente a presentar su renuncia, estableciéndose en La Habana, ya como contralmirante, a la espera de un nuevo destino. El prestigio adquirido influyó sin duda en el secretario de Estado Jerónimo Grimaldi, otro patrocinado de Ensenada, para pensar en Ulloa con vistas a una misión delicada: hacer efectiva la posesión de la Luisiana, cedida por Francia en 1763 como compensación de la pérdida de la Florida tras la derrota sufrida en la Guerra de los Siete Años. El territorio que España acababa de recibir no tenía las fronteras bien definidas, ya que en la práctica no se sabía a ciencia cierta cuál era su límite. Lo que estaba claro es que nadie era consciente en su capital, Nueva Orleans, y en el resto del territorio de la nueva dependencia de España, y de hecho durante el transcurso de un año desde la cesión de la colonia la vida prosiguió en Luisiana en la misma situación: el gobernador francés D’Abbadie seguía en el cargo y los británicos que debían ocupar la margen izquierda del Misisipi tampoco aparecían. Pasarían casi cuatro años sin que la Administración española tomase disposición alguna en orden a la posesión del territorio, debido al pensamiento general de que su gobierno sería conflictivo y el coste económico de su mantenimiento muy elevado. Sin embargo, finalmente acabó prevaleciendo el carácter estratégico del territorio, en el que estaban asentados unos 50.000 pobladores de origen europeo, y se decidió aceptar su posesión. En abril de 1764, coincidiendo con el anuncio de D’Abbadie de la llegada de nuevas familias de Acadia, comenzó a propagarse el rumor de que Luis XV había cedido la colonia a los españoles. Finalmente, en el mes de junio de 1764 el gobernador francés comunicó oficialmente que la colonia debía entregarse a las autoridades españolas el 4 de febrero del año siguiente. Grimaldi se inclinó por encomendar el puesto de gobernador a Antonio de Ulloa, atendiendo a su «inteligencia, celo y conducta». En las instrucciones dadas al nuevo gobernador se indicaba que se respetarían las leyes y organismos propios de la etapa anterior, así como que no entrarían en vigor los de los dominios españoles. Todo ello con la finalidad de no alterar demasiado el modelo de gobierno francés. Sin embargo, la difícil armonización entre estas disposiciones y la realidad de los hechos colocaría a Ulloa en una situación complicada y en las peores condiciones para ejercer su cometido. Tras el fallecimiento de D’Abbadie y su sustitución por Philippe Aubry se decidió el traslado de Antonio de Ulloa a Nueva Orleans, a donde llegaría el 17 de enero de 1766 a bordo de un paquebote, el Volante, con apenas noventa hombres 32 Julio


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