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REVISTA GENERAL DE MARINA OCTUBRE 2015

RUMBO A LA viDA MARiNA nes ni someterse a complejos procesos osmóticos ni respiratorios para relacionarse «vis a vis» con el medio exterior que les rodea. Gracias a ello, casi todas las incógnitas de la reproducción, de los procesos digestivos, de muchas de las rutas metabólicas y de las relaciones hormonales de los animales superiores encontraron sus primeras luces, desde finales del XIX a mediados del siglo XX, experimentando en la fisiología de los primitivos animales bentónicos, cuyos procesos vitales son idénticos a los de los animales más avanzados porque —por acogernos a un elemental paralelismo— la fisiología reproductiva de una anémona o de una esponja es idéntica a la de un felino —valga como referencia—, pues el suceso primordial que le da forma sexual es, en definitiva, la unión biológica de un espermatozoide con un óvulo, lo que sucede tanto en la esponja como en una pantera. Pero, evidentemente, no es igual de rentable —científicamente hablando— estudiar el proceso reproductivo en la complejidad del endometrio y en el laberinto de las trompas de Falopio y ovarios humanos que en la sencillez de un experimento que nos permite contemplar la unión espontánea o provocada de los gametos de una esponja en el accesible campo de operaciones que es una cubeta con agua de mar que tenemos encima de la mesa del laboratorio. De ahí el interés de la ciencia por estos seres bentónicos: su estructura es tan sencilla que ofrecen información rápida y clara sobre cualquier cuestión básica de la biología e incluye que los datos recogidos por el investigador con métodos muy precisos y prácticos no estén contaminados con procesos ajenos o colaterales al fin que se investiga. Creo que hemos dejado claro que el bentos marino es el antecesor y referencia obligada para cualquier criatura viva o extinguida, sea marina o terrestre. No en vano el bentos fue el yunque donde se fraguó el animal pluricelular con su espléndida proyección futura en la tierra firme y, al mismo tiempo, fue el laboratorio dónde la ciencia empírica que poseía per se la naturaleza —y aquí entraríamos de lleno en el campo de la filosofía—, tuvo la oportunidad de ensayar todas las opciones biológicas posibles para conseguir alcanzar, con el logro de la reproducción sexual, presente ya en las esponjas, la perfección, variabilidad, complejidad y, especialmente el orden y la lógica que hoy reconocemos en la naturaleza. Dicho de otra manera: sabemos lo que es un pez porque el prólogo de su vida encabezaba ya el libro del bentos marino. Pronto veremos que la biología, la medicina y la farmacopea tuvieron la suerte de encontrarse en el fondo marino más accesible y a donde llega la luz solar, con unas criaturas que carecían de cualquier complicación estructural y que hacían, con ello, fácil el método experimental. Me vienen a la memoria las células nerviosas gigantes del calamar como fuente del sistema de su mismo nombre descubierto por Ramón y Cajal, los ensayos de reproducción asistida con erizos marinos, los estudios embrionarios en sencillos pólipos y medusas y, actualmente, la aplicación en la fibra óptica de las espículas de las esponjas vítreas. Es obvio que los principios elementales de la navegación se entienden 2015 499


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