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REVISTA GENERAL DE MARINA OCTUBRE 2015

TEMAS PROFESiONALES zo, del cual saldrían los proyectiles disparados a muy alta velocidad por la corriente eléctrica, sin necesidad de vaina, estopín, ni carga propulsora. Además, como el proyectil estaría suspendido en el cañón y recibiría eléctricamente la rotación, no harían falta anillos de conducción ni rayado del cañón. El proyectil permanecería en el tubo menos de una décima de segundo y podría poner en el aire una ráfaga de 750 proyectiles en un minuto. Pero necesitaría disponer de una enorme cantidad de energía y carga eléctrica, conducciones de alta tensión y grandes pañoles de munición. Eso aún no existe. Hay aproximaciones más o menos afortunadas, y la elección debe hacerse en función del tonelaje del barco disponible y de su capacidad de producir energía eléctrica; del coste económico y del tiempo necesario para su desarrollo; de la disponibilidad de municiones y las posibilidades de adquirir la tecnología; tener en cuenta la elección de los aliados y las circunstancias políticas y económicas del Estado. Un buque de guerra debería ser un conjunto equilibrado de capacidades mínimas para enfrentar con éxito toda posible amenaza y poder actuar ofensivamente. Puede no ser factible mantener buques especializados en una sola amenaza, pero sus sistemas de armas sí deben estarlo. Dicho de otra forma: no es normal usar misiles antiaéreos contra un submarino o el torpedo contra un helicóptero. ¿Por qué insistir en que el cañón sirve para todo cuando hay una carencia de capacidad de fuego de superficie? Cierto que el arma que ofrece mayores prestaciones en alcance, precisión y poder destructivo es el misil de crucero, pero su número a bordo es muy limitado, sale caro y necesita de alto apoyo tecnológico. Para muchas misiones de apoyo de fuego sería poco rentable, escaso en cuanto al número y tipo de blancos a atacar y excesivo en sus efectos y prestaciones. Sería como ir a cazar patos con ametralladoras en vez de con escopetas. Se puede discutir si el principal cometido de la Armada es el dominio del mar o su proyección sobre tierra, aunque ambos no dependerán más que de las circunstancias y necesidades del momento, pero al tener que realizar operaciones en costa hostil, la capacidad de fuego artillero se vuelve relevante. Los navíos más caros y poderosos pueden ser necesarios para otras tareas, no convenir su exposición cerca del litoral y carecer de capacidad para realizar fuegos eficaces continuados, pero la necesidad de acercarse a la costa para actuar en profundidad se mantiene. Ahora los barcos suelen usar su cañón para fuego de superficie, por lo que el 155 mm no sería menos polivalente. Además su eficacia antiaérea y antimisil podría ser muy alta en función de la dirección de tiro y munición empleada, que admite buenos y claros desarrollos. Hoy se pueden desarrollar municiones para la interdicción o negación del paso por algunas ventanas aéreas durante un tiempo relativamente largo, algo aún no realizado. Solo es cuestión de utilizar las tecnologías existentes y agruparlas. Una opción mejor sería poder contar con dos cañones y una aeronave, ya que permitiría disparar dos tipos de munición al mismo tiempo, más combinaciones munición-espole- 2015 521


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