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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 126

JUAN ANTONIO GÓMEZ VIZCAÍNO eficaz para embarcaciones de poco porte, cuando se aplicaba a barcos de mayor tamaño, a causa del mucho tiempo que debían permanecer tumbados, provocaba que el casco sufriera de forma considerable, y esto en un tiempo en que, para conservar operativo un buque, era preciso carenarlo cada cuatro años, mantenimiento que acarreaba gastos tan elevados que en algunos casos superaban los de una construcción nueva. Dentro del arsenal existían además diversas fábricas y obradores, desde hornos de reverbero hasta talleres de escultura donde, con operarios muy especializados, se esculpían los mascarones de proa que remataban el tajamar de los barcos. En su diseño llegó a participar el mismo marqués de la Ensenada, quien en 1753 enviaba a Bryant una de sus creaciones a fin de que «arreglado a él se trataba de un león» se hiciesen todos los que habían de colocarse «en las proas de los navíos» que aún no estuviesen hechos (33). De importante significación son los trabajos realizados por José Ganga Santacruz y Manuel de la Vena, ambos maestros mayores escultores de bajeles en el arsenal, el primero de ellos hasta su fallecimiento, acaecido en 1767. En lo que se refiere al número de operarios, las más importantes de estas instalaciones eran los talleres de jarcia y lona, que en Cartagena oficiaban de fábricas piloto en la aplicación del método fijado por Jorge Juan. Pronto habían adquirido un sólido prestigio por las innovaciones introducidas, dedicadas a transformar una materia prima fundamental, el cáñamo, en cables y lonas para los buques. De la calidad de sus manufacturas da fe el hecho de que, por real orden de 3 de diciembre de 1760, el maestro de jarcia Agustín de Urrutia fue comisionado para pasar a Puerto Real como maestro director de la nueva fábrica que allí iba a establecerse (34). Parece superfluo destacar la importancia de esta rama para la marina de vela; y así, los talleres de cordelería constituían una dependencia fundamental en los diversos arsenales, y aún hoy, con distinto destino, constituyen uno de los edificios de mayor envergadura, en cuyas naves inmensas se elaboraban los largos cables que necesitaba la Armada. Como maestro de armar y aparejar se encontraba también el inglés Thomas Orams. Pero, al parecer, no todos los trabajadores extranjeros contratados respondieron como este a las expectativas puestas en ellos. En efecto, en fecha tan temprana como julio de 1753, el capataz Juan Albanell hubo de trasladarse de Cádiz con dos oficiales para dirigir la fábrica de jarcia y lona de Ferrol y establecer el sistema adoptado por Jorge Juan, pues los holandeses contratados con este fin habían decepcionado bastante. En Cartagena, por su parte, por real orden de 24 de marzo se comunicó al intendente Barrero que, por la poca habilidad demostrada en su trabajo, se despidiera a los holandeses Juan Graaf y Floro Timonse, maestros respectivos de jarcia y de lonas, y se les reenviase a su patria (35). Menos problemas hubo en la fábrica de tintes y lanillas, esta- (33) ANC, PIIG, caja 38, exp. 5. (34) ANC, caja 1446. (35) ANC, PIIG, caja 38, exp. 1. 44 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 126


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