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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 124

MARIO RUIZ MORALES Observatorio de la Armada en San Fernando y una reconstrucción virtual del castillo de la Villa (Cádiz), desde cuya torre mayor se efectuaron las primeras observaciones astronómicas. En 1753, Godin pasó a responsabilizarse asimismo del Real Observatorio de Cádiz (2), al que dirigiría con acierto hasta el final de sus días. También parece procedente recordar que, durante los siete años de estancia en el virreinato del Perú (1736-1743), no solo se efectuaron las observaciones astronómicas y geodésicas propias de las mediciones de grado, sino que se compatibilizaron con otras de gran interés: gravimétricas, barométricas, meteorológicas, etc. jorge juan y Antonio de Ulloa dieron cuenta de todas ellas en una celebrada obra: Observaciones Astronómicas y Físicas, hechas de orden de S. Mag. en los Reinos del Perú por D. Jorge Juan, Comendador de Aliaga en el Orden de S. Juan, Socio Correspondiente de la R. Academia de las Ciencias de París, y D. Antonio de Ulloa, de la R. Sociedad de Londres, ambos Capitanes de Fragata (3) de la R. Armada, de las cuales se deduce la Figura, y Magnitud de la Tierra y se aplica a la Navegación (Madrid, 1748). Con este artículo trato, precisamente, de reivindicar la importancia geográfica de alguno de esos trabajos, que se podrían considerar complementarios de las mediciones de grado. Me refiero, en concreto, a las determinaciones de diferencias de longitud que efectuaron en paralelo a sus trabajos geodésicos más conocidos. El resumen de esas operaciones tan singulares figura con detalle en el libro III de la obra antes citada (pp. 65-88) con el título genérico de (2) La primera instalación del observatorio más meridional de Europa —cuya dirección permanecería orgánicamente unida a la de la Academia hasta 1804— fue la torre del homenaje del castillo de la Villa, hoy desaparecido y que se localizaba en el núcleo medieval de Cádiz, conocido como barrio del Pópulo. (3) Recuérdese que jorge juan y Antonio de Ulloa fueron ascendidos, sin transición, de guardiamarinas a tenientes de navío, sin pasar por los tres empleos intermedios de alférez de fragata, alférez de navío y teniente de fragata. Con este ascenso fulminante, el rey pretendía situar a los españoles a un nivel más acorde con el de los sabios franceses de la expedición americana. 10 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 124


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