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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 124

EL TENIENTE gENERAL DE LA ARMADA DON JOSE PRIMO DE RIVERA y SU ... Esta misión ha sido profusamente comentada por los historiadores; y es el caso señalar que de la lectura de muchos de estos análisis se sigue que el proceso de ruptura entre el Río de la Plata y su lejana metrópoli se acercaba a un punto irreversible, circunstancia que afectaba asimismo a las dos grandes ciudades rioplatenses, las cuales, derrumbada la fuerza vertebradora de la metrópoli, habían echado a andar por la senda del enfrentamiento fratricida. Era la hora dorada del cantonalismo rioplatense, con Paraguay, Buenos Aires y Montevideo, cada uno por su lado, defendiendo sus particulares intereses, alumbrando una rivalidad soterrada durante mucho tiempo bajo el palio de la vieja España. El enfrentamiento había alcanzado una entidad y un grado de envenenamiento tal que hacía muy dificultosa cualquier tentativa de diálogo. Aun así, aquel joven oficial de Marina, en un arranque de su genio, decidió el 14 de agosto descender de su buque para dirigirse al fuerte de Buenos Aires, a fin de entrevistarse cara a cara con el presidente Saavedra. Los bonaerenses habían decidido no recibir al enviado montevideano, resolución cuidadosamente meditada y muy a tono con la situación política general que se vivía. y es que la junta de Buenos Aires estaba decidida a todo en esas horas, incluso a prender la mecha de la guerra civil, de lo que daría prueba concluyente el derramamiento de la sangre del héroe de la Reconquista, el brigadier Liniers, fusilado sin misericordia el 26 de ese funesto mes, junto a Gutiérrez de la Concha y otros, en un oscuro paraje denominado Monte de los Papagayos (22). Este hecho proporciona una justa imagen de los designios que primaban entre los principales dirigentes del movimiento juntista bonaerense, que usaban el nombre de Fernando VII de tapadera para sus maquinaciones. y conviene que la historiografía tenga en cuenta desde qué lado se alentó el conflicto, y que en Buenos Aires la que marcaba la agenda política era la incipiente clase ganadera criolla, a cuyos intereses se habían unido los poderosos gremios portuarios, cubiertos unos y otros por el interés del mercantilismo británico, que les proporció un apoyo decisivo. Lo vivido por Primo de Rivera aquel 14 de agosto refleja buena parte del microclima político que reseñamos, y los entresijos de su entrevista con las autoridades bonaerenses —especialmente con el doctor Moreno, secretario de la junta, que ofició de interlocutor válido, pues Saavedra se negó a recibirlo personalmente, como reclamaba el marino— son plenamente representativas del pensamiento de los juntistas. y, de Montevideo. En sus páginas se advertía de que «no se obedeciesen otras superiores órdenes que las emanadas de mí, y las de las legítimas autoridades, cuidando en el todo de su más exacto cumplimiento, y dándole de su conformidad el respectivo aviso, para los fines que pudieran convenir al mejor servicio del Rey nuestro Señor D. Fernando VII, y los de su soberana autoridad que en su Real nombre ejerce el Supremo Consejo de Regencia». (22) Este crimen fue instigado por la clase jurista, pues los abogados eran mayoría en la junta bonaerense. «Esta bárbara sentencia la mandó ejecutar el enviado de la junta Dr. Castelli (que llevaba órdenes del Dr. Mariano Moreno), por negarse a cumplirla el coronel Ocampo. Con este sangriento estigma se marcaba aquella junta, que naciera el 25 de mayo sin mancha de una sola gota de sangre.» THOMAS, Eduardo: Historia nacional. Montevideo, 1950. Año 2014 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 115


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