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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 124

EL TENIENTE gENERAL DE LA ARMADA DON JOSE PRIMO DE RIVERA y SU ... Montero, de acuerdo con lo establecido por el capitán de navío Miguel de la Sierra (51): «En 18 de marzo siguiente salió mandando una división para socorrer a la que mandaba D. jacinto de Romarate, y habiéndose informado por declaraciones tomadas a una fragata mercante inglesa, que dicho jefe se había retirado adentro del Río Uruguay el día antes de su salida de Montevideo y considerando se hallara más de 30 leguas de bajo fondo donde no podían navegar por su calado los buques de su División, determinó, con acuerdo de los Comandantes, el regresar al puerto de salida para recibir nuevas órdenes, a la boca del puerto en donde aprobando su regreso el comandante general del Apostadero le dio este la de que entrase» (52). Esta decisión selló el destino de Romarate y, a la larga, el del mismo apostadero. No obstante, quien esté familiarizado con el régimen de aguas del Plata superior, con su cambiante batimetría y sus anárquicas corrientes —sobre todo en las fechas del año en que ocurrieron los sucesos que glosamos—, entenderá que las posibilidades de Primo de encaminar el auxilio a Romarate eran escasas, aparte de que Brown se hallaba ya en las cercanías de la isla de Martín García con casi todos sus buques, aguardando únicamente a que desde Buenos Aires se le arrimaran bastimentos: «Ansioso de apoderarme de la escuadra enemiga, que logró escapar aguas arriba por el río, como asimismo temeroso de que la misma regresara a Montevideo por las Consines o canal próximo, despaché en su persecución al queche, a la goleta apresada, a la cañonera, la balandra, el falucho y la pequeña lancha. La carencia de pólvora y proyectiles obligará al enemigo a rendirse. Por consiguiente, por ese lado no debe temerse peligro alguno, sino que Ud. debe precaverse contra la escuadra que se alista en Montevideo para dirigirse contra esta isla». Así señalaba Brown, en carta de 22 de marzo al ministro bonaerense de Marina, los hechos de la toma de Martín García, la escapada de Romarate y su disposición de atacar a las fuerzas de Montevideo, es decir, al refuerzo al mando de Primo de Rivera (53). Como es de notar, la situación que enfrentaba Primo de Rivera era en extremo apurada. Si hubiera decidido forzar el paso, muy probablemente habría sucumbido ante Brown, o corrido la misma suerte que Romarate. Entendemos que, obrando como lo hizo, logró salvaguardar buques y hombres muy valiosos para Montevideo en los decisivos combates que se avecinaban, dicho sea en su defensa (54). (51) Ibidem, p. 169. (52) Archivo General de Marina Don Álvaro de Bazán, hoja de servicios de don josé Primo de Rivera. (53) ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA: Documentos del almirante Brown, t. I. Buenos Aires, 1958, p. 55. (54) Sin embargo, la decisión del algecireño de no acudir en socorro de Romarate, como ya señalamos, ha sido la piedra angular sobre la que descansa la condena de sus detractores, más aún dado que estos se sirven de los documentos añadidos que serán sacados a la luz en los juicios desarrollados en España, luego de estos avatares. Año 2014 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 125


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