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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 124

MATAgORDA: BALUARTE gADITANO de la expedición recaía en el príncipe jorge de Hesse-Darmstadt (9), quien se preciaba de conocer el carácter del pueblo español y, como católico, se consideraba capaz de amparar los sentimientos religiosos de la población atacada frente a eventuales ofensas de las tropas asaltantes (10). Según Melchor de Macanaz (11), fiscal del Consejo de Castilla, Cádiz estaba desguarnecido y, desde el punto de vista militar, más parecía una ciudad interior de un país en plena paz que una zona costera que padecía constantes ataques. Además, en el gobierno de la nación, dividido en dos bandos, no se respiraba precisamente un ambiente propicio a la defensa de los intereses de España. Tan insensata división mereció la crítica de «la Saboyanita», como era conocida la reina, quien en su inocencia se ofreció a los consejeros reales para acudir en persona al campo de batalla y proceder a la venta de sus joyas a fin de aliviar las arcas del Tesoro. Las fuerzas navales de que disponía España para la defensa de la bahía gaditana eran, por parte de la Armada, la escuadra de galeras del apostadero de Cartagena (12) y cuatro bajeles y seis galeras de Francia que se encontraban en la bahía, al frente de las cuales estaba el capitán de navío Valbelle. El Ejército únicamente disponía de las tropas veteranas, que encuadraban a 150 infantes y 30 jinetes. En la ciudad de Cádiz, gobernada por el milanés Escipión Brancacio, duque de Brancacio, se disponía de 300 hombres de guarnición, además de otras pequeñas unidades apostadas en castillos, faltos todos ellos de munición y alimentos. Las tropas del general Butler (unos 1.500 granaderos) desembarcaron el 26 de agosto en un extenso arenal al este de Rota (13), defendido por una compañía de sesenta caballos comandada por el capitán juan de Vera, carente de otro oficial que le auxiliase. Todos ellos fueron aniquilados por las tropas atacantes (14). (9) El príncipe de Hesse-Darmstadt había sido virrey y capitán general en Cataluña durante el reinado de Carlos II, y se dice que saltó a tierra exclamando: «juré entrar en Madrid por Cataluña, ahora entraré en Cataluña por Madrid». Intentó, sin lograrlo, atraer a su bando a las autoridades gaditanas que había conocido en Barcelona. (10) Tales presagios sombríos se cumplieron y, efectivamente, los ocupantes perpetrarían profanaciones varias, como asaltar iglesias o ultrajar la Sagrada Forma. (11) Macanaz era un firme partidario de Felipe V que tuvo que emigrar a Francia por causa de la Inquisición. ya a avanzada edad regresó a España, para quedar apresado en el coruñés castillo de San Antón, del que salió a los noventa años, poco antes de morir. (12) La escuadra de galeras de Cartagena se componía de siete galeras sencillas y dos bastardas (más fuertes), denominadas Capitana y Patrona. Las galeras iban armadas, en ese tiempo, con un cañón a proa de 18 libras, que disparaba balas rasas, palanquetas o saquillos de metralla, y cuatro moyanos, una especie de culebrinas que disparaban balas de seis libras e iban colocados también a proa. (13) Su superficie la ocupan en la actualidad las playas del Almirante, el Manantial, Santa Catalina y el Buzo. (14) Se ha encontrado un relato del desembarco en el Archivo Parroquial de Rota: «En la Villa de Rota, a 26 días del mes de agosto, año de 1702, el señor don Francisco Antonio Díaz Cano, gobernador de esta villa, dijo: Que habiendo llegado a estas costas y dado fondo a la vista de este puerto las armadas enemigas de Inglaterra y Holanda, y hallarse sin ningunas municiones con que poder oponerse a la defensa por no haberlas mandado remitir el Excelentí Año 2014 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 35


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