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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 124

gERARDO MANUEL LóPEZ gARCíA los regimientos de línea número 24, al mando del coronel jamin, y número 96, al mando del coronel Maingrot (33). Dicha operación comenzó por la conquista del poblado de Puerto Real, tras de la cual la fuerza atacante se dirigió hacia el Puente Zuazo, que encontró inutilizado gracias a la acción defensiva de las tropas del duque de Alburquerque. Esta obstaculización del avance enemigo hacia San Fernando y Cádiz obligó a los franceses a formar una línea de bloqueo que dejaba la península del Trocadero (34) en manos de los defensores de Cádiz, línea fortificada de unos 50 kilómetros y en la que se dispusieron 400 cañones de gran calibre, muchos de ellos procedentes de la requisa efectuada en la fábrica de armas de Sevilla. Los aliados se defendieron gracias a las guarniciones y a las tropas de refuerzo de los castillos de Matagorda (35) y San Luis, a los disparos realizados por los navíos San Justo y San Francisco de Padua, acoderados cerca del muelle, y a las fuerzas sutiles de la Armada. Todos los días se registraban escaramuzas que ocasionaban muertos y heridos en el lado francés, el cual no obstante se robustecía conforme iba recibiendo artillería pesada. Tan contundente fue la respuesta dada con ella por los franceses que, en algunas jornadas, estos llegaron a soltar 458 bombas y a disparar 621 tiros de cañón. El 21 de febrero de 1810 llegó a Matagorda la ayuda británica, compuesta por una avanzadilla formada por 88 soldados escoceses, al mando del capitán Archibald MacLaine, pertenecientes al Regimiento 79, que junto al 94 y al 2.º Batallón del 87 (Reales Fusileros Irlandeses) había llegado a Cádiz unos días antes al mando del general británico William Stewart (36). En los dos meses siguientes las defensas del fuerte siguieron aumentando, hasta completar una dotación de unos 150 hombres, más las embarcaciones que desde las aguas de la bahía defendían el castillo. (33) El sistema operativo preveía mantener durante quince días un regimiento en línea de combate y dejar entretanto otro de reserva en Puerto Real. El regimiento de reserva convivía con la población, la cual, por cierto, suministraba a la tropa cuanto necesitaba a precios que podríamos considerar abusivos. (34) En el Trocadero, los conquistadores encontraron gran cantidad de tabaco en balas dispuesto para la exportación, así como de mercurio listo para embarcar hacia las posesiones españolas en América —se utilizaba en las minas de metales preciosos—. El alto valor de esta mercancía fue un alivio para la tesorería del rey josé I. (35) El castillo de Matagorda había empezado a ser derruido por su lado marítimo para evitar su utilización por las tropas francesas. Esta operación fue suspendida por orden del general británico Stewart, quien ordenó reconstruir lo derribado. (36) Es curiosa la desconfianza que suscitaba en las autoridades militares españolas la estancia de tropas británicas en territorio español, especialmente en sitios que pudieran ser interesantes para Gran Bretaña. Por eso no es de extrañar que las tropas del general Stewart se destinasen a operaciones en la península, a pesar de las buenas relaciones que las autoridades militares españolas mantenían con el embajador británico, el marqués de Wellesley. Este había arribado a Cádiz el 31 de julio de 1809, a bordo del navío Donegal, acompañado de su familia, y a su llegada se le rindieron honores de capitán general, usando como alfombra al desembarcar una bandera francesa. 46 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 124


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