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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 124

MATAgORDA: BALUARTE gADITANO Sitiados y sitiadores comprendían la importancia de Matagorda, clave para controlar el paso al arsenal de La Carraca y para bombardear con fuego artillero la ciudad de Cádiz; no obstante, mientras que el general Stewart disponía para la defensa del castillo de unos 800 soldados y marineros, el mariscal Victor contaba con los 8.000 concentrados para el ataque. Los franceses, para atacar al fuerte de Matagorda, dispusieron de un gran hangar donde preparar las baterías de artillería pesada precisas para abatirlo. A las dos de la mañana del 21 de abril, en medio de una fuerte lluvia, la artillería francesa comenzó a descargar una tempestad de bombas sobre el castillo. Este primer ataque se centró en la flota que ayudaba a Matagorda, formada por los navíos San Francisco de Paula y San Justo, acoderados en las inmediaciones del castillo, y en las embarcaciones sutiles que colaboraban con su artillería. En poco más de una hora, el ataque artillero dejaba desprotegido el baluarte, ya que a las 15.30 las balas rojas (37) habían causado tales daños en las embarcaciones que estas debieron emprender la huida. Valga como muestra de la magnitud del castigo sufrido por el castillo el hecho de que, solo en ese día, las fuerzas francesas efectuaron 2.740 disparos sobre Matagorda, empleando cañones y obuses. Desde el castillo de Matagorda se esperó al amanecer para responder al fuego enemigo, lo que se llevó a cabo con gran precisión, destacándose en la acción el artillero teniente Brereton, por su valor y pericia. Al amanecer, los franceses, utilizando las balas rojas, habían incendiado el castillo, haciendo así imposible que las tropas hispanobritánicas mantuviesen la posición. Durante el día el fuego alcanzó momentos de extremada violencia que remitió al atardecer, lo que se aprovechó por los defensores para reorganizarse y atender a los heridos. A las seis de la mañana del 22 de abril se reanudó el fuego artillero francés, que al parecer adquirió más virulencia que en la víspera. Una de las balas acertó al polvorín, cuya explosión causó tan grandes daños que se decidió abandonar la posición. La retirada se llevó a cabo a las 10.00 del 22 de abril, después de que, tras dos días de ataque, el contingente hispanobritánico hubiese sufrido 73 bajas, mientras que las de las fuerzas francesas se cifraban en treinta y cuatro. Para abandonar la posición se utilizaron los botes del navío HMS Atlas, de 74 cañones, insignia del almirante Purvis (38). En el castillo quedó un comando al frente del capitán Stackpole, de la Royal Navy, y del capitán Landmann, del Cuerpo de Ingenieros, con la misión de minar la fortaleza e inutilizar la artillería abandonada. Pero la (37) Las balas rojas eran bombas incendiarias que ocasionaban gravísimos destrozos en los barcos. En aquella época su utilización se consideraba crimen de guerra. (38) Este navío, perteneciente a la clase Duke, había sido construido en 1782 en Chatham Dockyard, con arreglo a un proyecto de Nicholas Phillips. Concebido originalmente como navío de 98 cañones, con posterioridad se transformó en un 74 cañones. En su acción en Cádiz perdió 50 tripulantes, entre muertos y heridos. Año 2014 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 47


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