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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 124

gERARDO MANUEL LóPEZ gARCíA voladura fracasó, por lo que el castillo pudo ser utilizado por los franceses. Los soldados, tras mantener todavía en la mar varias escaramuzas con las fuerzas sutiles de la Armada francesa, fueron transportados desde los botes a bordo del navío HMS Invincible, que se encargó de trasladarlos a Cádiz. No podía faltar en tan importante acontecimiento la presencia de una figura heroica: Agnes Reston, de soltera Harkness, escocesa natural de Stirling (39) y esposa del sargento del Regimiento 79 james Reston. Conocida con el sobrenombre de «la Heroína de Matagorda», con su hijo de cuatro años, y junto a otras dos mujeres, se dirigió a Matagorda, donde, durante los dos días que se prolongó el combate, descolló por su valentía atendiendo a los heridos y colaborando en el suministro de munición y alimentos a los combatientes. El hecho salió a la luz pública gracias a un artículo publicado en el glasgow Citizen y reproducido en The Times de Londres. Las tropas francesas asaltaron el castillo, abandonado a toda prisa por las fuerzas hispanobritánicas, que en su urgencia por retirarse dejaron cadáveres, heridos y hasta las banderas ondeando en sus mástiles. Afortunadamente, estas fueron respetadas por el enemigo, de modo que en Matagorda pudieron verse tres bandearas ondeando juntas: la española, la británica y la francesa. Matagorda, al servicio de los franceses De esta manera, en la jornada del 22 de abril el castillo de Matagorda fue conquistado por los invasores. Con la ocupación del fuerte y el control absoluto de esta orilla de la bahía, las tropas imperiales comenzaron, pocas semanas después, el bombardeo de Cádiz, anhelada acción para la que utilizaron los innovadores cañones obuses Villantroys aunque, afortunadamente para la ciudad, no con los resultados deseados. Conquistado por los franceses el fuerte de Matagorda, se procedió a instalar una batería de ocho morteros diseñada por el coronel de Artillería Villantroys, que disparaba obuses de 11 pulgadas a cinco kilómetros de distancia. Los obuses, bajo el control del general Ruty, habían sido fundidos en la sevillana Fábrica de Cañones San Bernardo, bajo la dirección del catalán Pere Ros, nacido en La Seu d’Urgell. Se dispararon 472 balas de obús rellenas de plomo, de las cuales muchas o no explotaron o lo hicieron con nula precisión. Tan desastroso resultó el bombardeo que el pueblo gaditano lo tomó como motivo folclórico (40). Una vez reconquistado el fuerte de Matagorda por las (39) Pequeña ciudad escocesa situada al fondo del Firth of Forth, en Edimburgo. (40) Los historiadores no coinciden ni en el número de obuses instalados ni en su calibre. Al parecer, las características de estos proyectiles —incluido su calibre— se modificaron intentando conseguir el avance deseado. Por otro lado, la unidad de medida empleada por los historiadores no aclara a qué pulgadas se refieren cuando dan este dato. Para colmo de imprecisiones, no se precisa cuántos cañones se instalaron en Matagorda y cuántos en el Bajo de la Cabezuela, en un puesto de artillería que recibió el nombre de «Fuerte Napoleón». 48 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 124


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