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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 124

MATAgORDA: BALUARTE gADITANO ocurriendo lo inevitable y terrible confusión, propia de casos semejantes. Los cuerpos en la oscuridad de la noche se habían mezclado unos con otros. Grases se había retirado a segunda línea. El enemigo volvió contra los españoles sus propias piezas, arrojando granadas á los que huían. »Hasta las nueve de la mañana se logró prolongar la resistencia. Embarcáronse unos en dirección de Puntales; muchos murieron ahogados en el fango del Caño; otros buscando la salvación ó perecieron por el fuego de los franceses ó quedaron prisioneros de los franceses, entre ellos el Coronel Grases y los Tenientes del cuerpo de Ingenieros D. josé Falledo y D. Pedro Abelló. Calculóse en mil hombres la pérdida de esta acción». Desde Matagorda se empezó a bombardear Cádiz, donde el rey Fernando VII permanecía retenido desde hacía tres semanas, lo que obligó a las fuerzas españolas a rendir la ciudad el 23 de septiembre de 1823, tras de lo cual el rey fue liberado y restaurado en el trono. El 1 de octubre, embarcado en una falúa patroneada por el teniente general Cayetano Valdés (46), el rey y su familia abandonaron Cádiz para desembarcar en El Puerto de Santa María, donde el duque de Angulema les había preparado un recibimiento. Una vez en libertad, Fernando VII no respetó el compromiso firmado en el acta de rendición de Cádiz y rompió la amnistía ofrecida. y así, procedió a represaliar a los revolucionarios, 30.000 de los cuales fueron ejecutados; condenó a muerte a los miembros de la Regencia; decretó la proscripción a 15 leguas de la corte y reales sitios de cuantos hubieran ocupado cargos militares o políticos durante el régimen liberal; abolió la Constitución de 1812, y elevó al rango de ministro de Estado a su confesor, a quien comunicaba las noticias: «Mi augusto y amado primo el duque de Angulema al frente de un ejército valiente, vencedor en todos mis dominios, me ha sacado de la esclavitud en que gemía, restituyéndome á mis amados vasallos, fieles y constantes». Según Pérez Galdós, la batalla del Trocadero fue un succès d’estime que políticamente convino resaltar, pues Francia precisaba engalanarse de hechos gloriosos, verdaderos o legendarios. Lo que no fue sino un encuentro a nivel de regimientos se convirtió en una epopeya que dio lustre el imperio francés, encumbrada hasta quedar homologada con Austerlitz y Wagram, batallas con las que el encuentro regimental del Trocadero comparte lugar en el Arco del Triunfo de París. Conclusión En la segunda mitad del siglo XIX, se decide destinar aquellos terrenos regados con la sangre de españoles, franceses y británicos para recibir otro (46) Cayetano Valdés, en 1823, era diputado en las Cortes de Cádiz y ostentaba la graduación de teniente general de la Armada. Condenado a muerte en rebeldía, huyó a Gran Bretaña y regresó a España reinando Isabel II, quien le rehabilitó y ascendió a capitán general. Año 2014 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 53


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