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LA LEGION 520

>> Historia 56 d e 1932, en que como hemos visto, fallece víctima de un cobarde y vil atentado. En su larga y brillante carrera militar cabe destacar, siquiera sea muy brevemente, sus destinos en los prestigiosos centros militares como el Estado Mayor Central y jefe de estudios de la Escuela Central de Tiro. Durante un corto espacio de tiempo desempeñó también el cargo de ayudante de campo del General de División D. Fernando Romero Biencinto. Colaboró igualmente en diversas publicaciones tanto civiles como militares, con artículos de indudable interés para la institución militar, y poco antes de su fallecimiento había escrito, en colaboración con el teniente coronel Unceta y el comandante Secundino Serrano la obra “Realidades Tácticas”, que puede interpretarse como homenaje póstumo a su persona al ser declarada “De Utilidad para el Ejército” tan sólo un mes después de su muerte (Orden de 5 de abril de 1932). De su brillante actuación en las distintas campañas en que intervino (Ultramar y Marruecos), nos dan fe, las ocho cruces del mérito militar con distintivo rojo, junto a las medallas correspondientes a las citadas campañas, con que fue distinguido. El coronel Mateo fue un estudioso y un apasionado de su carrera militar, llegando a alcanzar el “doctorado” en la misma al conseguir el prestigioso diploma de Estado Mayor, tras superar los estudios correspondientes en la acreditada Escuela Superior de Guerra. De su obra literaria destaca sin lugar a duda, “LA LEGIÓN QUE VIVE”, que tuvo la desgracia, como ya sabemos, de no ver publicada por su alevosa muerte y cuya crónica emocionada es el objeto de las presentes líneas. Estaba casado con Doña Carmen López de Vicuña, Vizcondesa de Ambite. BREVE RESEÑA EMOCIONADA DEL LIBRO “LA LEGIÓN QUE VIVE” En los primeros días del mes de junio de 1932, veía la luz el libro “LA LEGIÓN QUE VIVE” (episodios de La Legión), escrito por el coronel de infantería D. Juan Mateo y Pérez de Alejo y editado por la imprenta “África” con domicilio social en Ceuta. Al texto en cuestión los editores tuvieron que añadir una nota inserta en la página anterior a la contraportada, en la que con profundo dolor se expresaban en los siguientes términos: “HABLA LA LEGIÓN: Próxima a terminarse la impresión de esta obra, su autor, el coronel Mateo, ha muerto víctima del vil asesinato. Este episodio trágico pudiera ser uno más entre los que su pluma maravillosa acertó a trazar con tanta maestría y sobre todo con tanto amor. Porque el coronel Mateo amaba a La Legión con un cariño ardiente e inextinguible, que está vivo y palpitante en las páginas de este libro. Por eso La Legión, LA LEGIÓN QUE VIVE, quiere cerrarlo con este recuerdo dedicado al jefe que, teniendo alma de héroe, por la mano de un criminal, se convirtió en mártir”. Consta el libro de 176 páginas, a las que hemos de añadir otras once, en las que el autor transcribe la letra y la partitura de los himnos y canciones legionarias. Y a fe que es un libro bellísimo. Por sus páginas van desfilando (nunca mejor dicho y al paso rápido y vibrante de La Legión) todo un mosaico de historias, anécdotas, alegorías, tipos y costumbres de La Legión Española, desde su fundación en 1920 hasta 1932 en que el coronel Mateo lo cierra y lo da a la imprenta para su publicación. Ya en el inicio de su prólogo el coronel Mateo, llevado de su infinita modestia nos dice que “No pretende hacer una obra literaria, que carece de aptitudes y hasta de vocación para escribir un libro al aire y modas actuales”. Y más adelante añade “ La Legión es una de las más hermosas obras de solidaridad humana y su base se edifica sobre un perfecto conocimiento de la psicología de las multitudes”. No se olvida el coronel de los que, en cierta forma, han colaborado en su libro, y les expresa en el “prologo” su sentimiento de gratitud y afecto, tanto para el teniente Francisco Ramos, autor de los bonitos dibujos salidos de su mano y que exornan las páginas del mismo, como para el alférez Francisco Canós, legionario y poeta, por la merced que le hace de sus bellísimos sonetos “El Fusilero”, “El Granadero”, “El Ametrallador”, “El Camillero”, “El Asistente” y el “Ranchero”; sonetos, que el coronel va intercalando al final de sus propios episodios.(2) Finalmente agradece a un autor anónimo, que con la sola firma de “Un Legionario” le ha remitido una serie de episodios sobre La Legión que le gustan tanto, que no duda ni por un instante de incorporarlos a su libro (3). Aportan también su vena poética a “LA LEGIÓN QUE VIVE” dos insignes poetas españoles: Jacinto Maestre, con su bello poema “Nuestra Enseña” y M.R. Blanco Belmonte con “Los Legionarios pasan”, compuesto en versos endecasílabos inspirado en la métrica de la “Marcha Triunfal” del inmortal


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