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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 900

ENFERMEDADES INFECCIOSAS Como se hizo notar antes, el suelo de Flandes, abundantemente estercolado, produjo altas tasas de infección tetánica en la primera parte de la guerra. El tétanos había tenido una tasa de mortalidad del 89-95% en la guerra civil americana y poco antes de la Primera Guerra Mundial, al estar disponibles las primeras vacunas antitetánicas, la mortalidad se situaba aún entre el 40% y el 80%. Así, en 1914 el 32% de los heridos británicos contrajeron el tétanos, pero la introducción de la vacuna preventiva hizo que la tasa de infección de la enfermedad se redujera al 0,1% al final de la guerra. Con todo, la tasa de mortalidad de aquellos que contrajeron el tétanos no bajaba de entre el 20% y el 50%. Y sucedió que los avances en la obtención de una toxina antitetánica eficaz y su uso en inoculaciones regulares entre guerras, y la rutinaria práctica del desbridamiento amplio y cierre secundario de las heridas, redujeron la muerte por tétanos casi a cero. 116  REVISTA EJÉRCITO • N. 900 ABRIL • 2016 Se evidenció que se habían producido avances en la prevención general y particular de las enfermedades infecciosas en la Primera Guerra Mundial por cuanto que eran bajas las tasas de muerte por fiebre intestinal, peste, viruela, cólera y tifus. Pero, a pesar de que se avanzaba en el tratamiento de la disentería y la malaria, estas enfermedades seguían constituyendo grandes problemas. El pie de trinchera discapacitaba a miles de soldados de uno u otro bando y la fiebre de trinchera, causada por parásitos en la materia fecal de los piojos, produjo miles de bajas entre los aliados. En estas tropas se contaron 115 bajas por congelaciones, con resultados más o menos desgraciados. Por fin, el establecimiento de servicios médicos profesionales en los ejércitos importantes había comenzado a rendir apreciables dividendos, ya que los oficiales médicos acabaron por ser capaces de ofrecer experiencia en la prevención y el control de las enfermedades, de modo que, excepto por la terrible epidemia mundial de la gripe de 1918, la enfermedad infecciosa prendió en muchos menos hombres que los que la habían padecido en otras guerras. LA ORGANIZACIÓN DE LA SANIDAD EN CAMPAÑA Para cumplir la misión de la recuperación de los efectivos que, entre otras, tiene encomendada la organización del servicio de sanidad en campaña en un ejército moderno, tiene que proyectarse hacia un objetivo primordial: la cirugía profiláctica de la infección. Este requisito de precocidad de actuación impone una condición: la clasificación de las bajas en un puesto lo más avanzado posible, desde el cual se inicia una corriente de bajas dividida en lotes separados, de modo que cada uno se dirija Bajas británicas por ataque con gases


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