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REVISTA GENERAL DE MARINA MARZO 2016

Y CONTADO mejor intención cuantas órdenes recibiera, ignorando lo mucho o poco de desafuero que pudieran contener, con la presteza, la sencillez y sobre todo la lealtad que el servicio a España en la milicia requiere. Participó en el trozo de registro que abordaba a los barcos mercantes sospechosos para verificar su documentación y su carga, de acuerdo con la siguiente secuencia preestablecida: por el canal internacional de radiofrecuencia se interrogaba a cualquier barco que penetrara en la zona de patrulla asignada, indicándole longitud y latitud donde debía detenerse, el lugar que debía ocupar su tripulación y el punto de la borda en que debían dejar preparada una escala por la que embarcaría nuestro trozo de visita y registro con uniformidad de infantes de marina. En una lancha semirrígida se salvaba el corto trayecto entre la fragata y el buque detenido. La lancha se situaba en su costado y los «infantes» comenzaban a subir. Esperar turno en la lancha, con mala mar, mientras la enorme mole del mercante oscilaba en la superficie y evidenciaba sin matices su dimensión vertical, amenazando en sus descensos con aplastar a la diminuta lancha, así como registrar posteriormente el buque «sospechoso», era toda una experiencia. En el transcurso de la misión, avistaron embarcaciones enemigas que afortunadamente no traspasaron los límites de seguridad. El aviso de presencia de minas nos obligó a extremar aún más las precauciones de todo tipo y a reducir por añadidura las ya escasas horas de sueño, que pasaron a ser casi testimoniales. Durante todo el tiempo que la Asturias estuvo navegando en zona, salvo en caso de amenaza de minas, lo hizo a dos guardias: — 1.ª guardia, de 08:00 a 14:00 y de 20:00 a 02:00 horas. — 2.ª guardia, de 14:00 a 20:00 y de 02:00 a 08:00 horas. Y así transcurrían los días que durase la navegación, 10, 15 o incluso más, lo que, unido a los zafarranchos de combate en los que participaba toda la dotación, ponía a prueba la resistencia del barco y de su tripulación. Durante estas guardias y zafarranchos se realizaban innumerables trabajos y maniobras, tanto rutinarios como de adiestramiento. El barco tenía que estar siempre operativo, pues podíamos ser atacados por unidades o misiles enemigos dada la proximidad de las costas croatas y montenegrinas. Y por si todo eso fuera poco, se era constantemente atacante o atacado, cazador o cazado en un sinfín de ejercicios con aviones, helicópteros, buques y submarinos de los diferentes países pertenecientes a la Operación SHARP GUARD. Sufrir el simulacro del ataque de varios aviones que acababan pasando a vuelo rasante por encima de tu cabeza en medio de un estruendo ensordecedor, o ver el enjambre aeronaval que rodea a uno de los soberbios portaaviones norteamericanos, le parecía a nuestro alférez de fragata, entre otras cosas, espectacular. Además, acabar una guardia de 02:00 a 08:00 h «combatiendo» contra un submarino y contra el sueño, ensordecido por el eco de los auriculares conecviviDO 300 Marzo


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