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REVISTA GENERAL DE MARINA OCTUBRE 2016

más visitados está el del submarino I-169 Shinohara, que participó en el ataque a Pearl Harbor en diciembre del 1941. DAVA 25.004.—Amaro Pargo Caballero de fortuna fue Amaro Rodríguez Felipe y Tejera Machado, nombrado en el siglo como Amaro Pargo. Nació el 3 de mayo de 1678 en La Laguna, antigua capital de Tenerife, y embarcó a los veintitrés años en el Ave María, más conocido como La Chata, para dedicarse al comercio y al corso, cuya patente obtuvo del Rey. Dos esforzadas y provechosas actividades que le llevaron a combatir durante toda su vida con piratas, corsarios, navegantes y bucaneros ingleses, holandeses, turcos y berberiscos, a los que dio más que a una estera. A bordo del Fortuna, El Clavel, El Blandón, La Santísima Trinidad o el San Marcos, además de batirse el cobre, comerció a lo grande con aguardiente y vino de Malvasía, que elaboraba en sus destilerías y bodegas tinerfeñas y que luego llevaba a La Habana y a La Guaira. Fue también negrero, entonces negocio poco reprobable, caracterizándose por el indulgente trato que dispensaba a los pobres esclavos. Caballeroso y humano con el enemigo, era un hombre piadoso, amigo de la monja dominica María de León y Delgado, sor María de Jesús, conocida como «la Siervita», hoy en proceso de beatificación. Cuando murió el corsario, el 4 de octubre de 1747, rico riquísimo y famoso entre sus paisanos, fue enterrado en la iglesia de Santo Domingo, en su ciudad natal. En su lápida, además de sus armas, están esculpidas una calavera y dos tibias cruzadas, no se sabe si como barroco recuerdo de la muerte o como guiño a su arriesgada y dura profesión. J. R. 25.005.—Bachi El gorro de marinero francés, conocido en el argot naval como bachi, puede gustar más o menos, pero es fácilmente identificable y su pom pom rojo le confiere gran personalidad. Desde 1871 es el gorro que en la uniformidad de paseo y trabajo utilizan marineros y clases de tropa franceses. Desde 1988 siempre lleva puesta una funda blanca; antes de ese año, en invierno, el gorro se llevaba sin funda y su color era azul. Existen muchas leyendas más o menos fantasiosas sobre su origen: que si para evitar golpearse en la cabeza se colocaba estopa en los gorros de los marineros, o que, más novelesco y poético, en 1858, visitando la emperatriz Eugenia un barco en Brest, un marinero se hizo una brecha en la cabeza por la que sangraba abundantemente; al verlo, la emperatriz enjugó la sangre del marinero escalabrado con su pañuelo, que inmediatamente quedó tinto en sangre. Como agradecido recuerdo, este se colocó el pañuelo ensangrentado sobre su gorro y, de ahí, a la borla roja que hasta hoy en día se conserva. J. R. MISCELÁNEA Amaro Pargo. 522 Octubre


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