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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 909

Geografía e Historia REVISTA EJÉRCITO • N. 909 DICIEMBRE • 2016  87  aliviado la presión sobre Alemania. Y, finalmente, el frente del oeste se mantenía prácticamente estático tras la derrota de los aliados occidentales en la operación Market Garden (septiembre de 1944), después de su importante avance por Francia tras el desembarco de Normandía (operación Overlord). El mando alemán consideraba al ejército aliado occidental más débil que al ejército soviético; según los alemanes, los ingleses y norteamericanos basaban su fuerza en su inagotable cantidad de equipamiento y, sobre todo, en la potencia de sus fuerzas aéreas. Por tanto, decidieron atacar al enemigo menos fuerte en su lugar más débil, la zona de unión entre los británicos y los norteamericanos, un lugar bien conocido por ambos contendientes, las Ardenas, donde los alemanes consiguieron una gran victoria en 1940 sobre el ejército aliado. EL PLAN El plan, llamado Wacht am Rhein («Guardia sobre el Rhin»), tenía como objetivo introducir una cuña entre británicos y norteamericanos, ocupar el puerto de Amberes, fundamental para el esfuerzo logístico aliado, y destruir, tras cercar una parte considerable de los ejércitos aliados, entre el 30% y el 40% del mismo. El lugar elegido era un frente de 100 kilómetros entre Monschau y Echternach. Hubo objeciones a dicho plan por parte de mandos con importante experiencia de combate y gran prestigio que lo consideraban demasiado ambicioso y propusieron en cambio la denominada «pequeña solución», una ofensiva menos ambiciosa y más realista, según su opinión. Pero el plan original continuó adelante con pequeñas modificaciones. Para el mismo, tres ejércitos alemanes, con casi un cuarto de millón de hombres, fueron seleccionados: el 6° Ejército Panzer, que atacaría por el flanco norte y debía capturar el objetivo más importante de la ofensiva, la ciudad de Amberes; el 5° Ejército Panzer avanzaría por el sector central y capturaría la ciudad de Bruselas; y, por último, el 7° Ejército protegería el flanco sur, el más débil de los tres y que apenas contaba con unidades acorazadas. Para que el ataque tuviera opciones de victoria eran necesarios tres factores fundamentales: la sorpresa, un período de mal tiempo y un suministro adecuado de combustible y munición. EL FACTOR SORPRESA A finales de 1944 los aliados occidentales pensaban que, tras las grandes pérdidas sufridas en personal y material en las operaciones de Normandía, el ejército alemán era incapaz de montar una operación ofensiva a gran escala, que sería solo capaz de pequeños contraataques locales. Los más optimistas incluso pensaban que la contienda acabaría antes de Navidad. Se equivocaban. El factor sorpresa era esencial, y por ello hasta el nombre de la operación se eligió con sumo cuidado. Para hacer pensar a los aliados que se trataba de un plan defensivo, la operación se denominó «Guardia en el Rin», ya que evocaba un aspecto eminentemente no ofensivo. Se llegó a crear un ejército ficticio, el 26°, en las inmediaciones de Colonia, cuya misión, según las comunicaciones que se emitían al éter para que fueran captadas por los aliados, era contraatacar en caso de una ofensiva aliada hacia el interior de Alemania. El traslado de las unidades hasta sus puntos de reunión se realizó exclusivamente durante la noche y con el mayor sigilo posible. Equipos de especialistas en reparación y recuperación de vehículos fueron estacionados a intervalos, en las distintas rutas, para permitir despejar las carreteras en caso de averías. Todos los caminos debían quedar libres al amanecer para evitar el reconocimiento aéreo enemigo y durante el día se mantenían ocultos en los frondosos bosques de la zona. En cada unidad se nombró un oficial de ocultación, con la misión de velar por el cumplimiento exacto de las órdenes recibidas, una de las cuales era la prohibición de hacer fuego. Las unidades de artillería comenzaron el movimiento antes que las demás. Las piezas fueron desplazadas hasta sus asentamientos por animales de tiro, se envolvieron las ruedas con paja y trapos, todo para evitar que el ruido delatara los preparativos. Además, cada pieza llevaba un equipo de artilleros para eliminar las rodadas y cualquier posible pista dejada sobre la nieve. Mientras tanto, aviones de la Luftwaffe sobrevolaban la zona a baja altitud para enmascarar el ruido de los motores de los vehículos de las unidades mecanizadas y acorazadas que se desplazaban hacia sus zonas de partida.


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