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Revista española de Defensa 323

CF Manuel Alvargonzález, comandante de la fragata Canarias «El esfuerzo se compensa con el agradecimiento de los migrantes» ESTAS personas relatan historias escalofriantes, donde describen a los traficantes como gente muy desalmada». Los militares a bordo de la Canarias están viviendo de primera mano el drama de cientos de personas que se juegan la vida en el mar hacinados en maltrechos botes de madera con la esperanza de una vida mejor en Europa. Bajo el mando del capitán de fragata Manuel Alvargonzález Méndez, la fragata española zarpó el pasado 1 de octubre de la base naval de Rota (Cádiz) hacia el Mediterráneo central y, desde entonces, ha rescatado a cerca de un millar de inmigrantes. —¿Cómo son estas operaciones de auxilio? —Seguimos el procedimiento que ha desarrollado Eunavfor Med para el rescate de personas en la mar, aplicando además la doctrina de la Armada para adaptarlo a las características de la fragata Canarias y hacerlo de la forma más rápida y segura posible. Antes del rescate, el buque se prepara para la recepción masiva de migrantes acondicionando el hangar de estribor y cubierta de vuelo. Estas zonas se recubren con material aislante (cartón, esterillas y mantas), y también preparamos un toldo en cubierta para protegerles de las inclemencias del tiempo durante el tránsito al lugar de desembarque. La enfermería de campaña queda bien acondicionada, con el personal sanitario en sus puestos, e incrementamos la seguridad con medidas de protección adicionales. Alistamos la escala real para facilitar el embarque, y preparamos las dos embarcaciones. Cuando se recibe la llamada de socorro o la orden de proceder hacia el rescate, comprobamos que todo está preparado y damos un briefing a todo el personal sobre las características del rescate y precauciones de seguridad. La aproximación final es muy delicada; mantenemos una distancia de seguridad y arriamos las embarcaciones, que se acercan por ambas bandas calmando a los migrantes para evitar situaciones de pánico incontroladas y dándoles confianza en que van a ser rescatados en breve. A continuación, se les entrega chalecos salvavidas, porque muchos vienen sin ellos, y comienza el embarque, siempre empezando por las mujeres y niños, a veces incluso bebés, luego los más enfermos y, para finalizar, los más fuertes. —Y, una vez completado el embarque, ¿cómo se les atiende a bordo? —En primer lugar se hace una inspección de seguridad para comprobar que no traen armas o materiales peligrosos, cuchillos, etcétera, y se efectúa una clasificación sanitaria, en dos controles sucesivos para, de forma rápida, identificar a los enfermos más graves y enviarlos a la enfermería. A continuación, se hace un registro de filiación para conocer sus datos personales (nombre, sexo, edad, familia…), se les asigna un número de identificación y se les hace una foto. También les retiramos los objetos de valor o sensibles, como móviles, que se les devuelven al desembarcar. Una vez que todos están filiados y atendidos sanitariamente se procede a asignarles un kit compuesto por mantas térmicas, dos vasos de plástico, plato y cuchara. Si durante el rescate sus ropas se han mojado, que es lo habitual, o no disponen de ellas, se le entregan prendas de vestuario: camisetas, monos y chanclas. Una vez acomodados en las zonas previstas (hangar de estribor y cubierta de vuelo), se efectúa el reparto de comida (almuerzo, cena y desayuno). Mientras tanto el barco pone proa hacia el lugar de desembarco. —¿Cómo están respondiendo los miembros de la dotación en estas situaciones? —El personal de a bordo se muestra muy motivado y orgulloso de realizar este tipo de labores de carácter humanitario, y lo hacen con gran entrega y dedicación. Es un esfuerzo que ven recompensado con el agradecimiento de los migrantes. —¿Qué empuja a estas personas a lanzarse al mar en condiciones tan precarias? —En los rescates se mezclan situaciones muy diferentes: familias de refugiados que han iniciado una huida de su país de origen por conflictos bélicos; otros que iniciaron ese viaje hace dos o tres años y han estado internados Pepe Díaz en campamentos esperando una oportunidad para ser embarcados finalmente en un maltrecho bote de madera (se llegan a pagar entre 2.000 y 4.000 euros) o en una embarcación neumática como las que utilizan los migrantes procedentes del África subsahariana y central y por las que pagan hasta 1.500 euros. Además, hemos encontrado un cadáver, que debió morir en la embarcación horas previas al rescate. 20 Revista Española de Defensa Diciembre 2015


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