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Revista española de Defensa 323

De izquierda a derecha, soldado del presidio de Terrenate, con su cuera característica apoyada junto a él y confeccionada para proteger Pensacola a bordo del bergantín Galveztown, y vitrina en la que se puede ver al gobernador de la Luisiana con su esposa, así como los retra Durante su mandato, entre 1770 y 1771, Bernardo dirigió una serie de enérgicas campañas contra los indios bárbaros, en ocasiones actuando de forma impulsiva y un tanto desordenada, pero destacando siempre por su valentía personal, iniciativa y capacidad de reacción. Tras su regreso a la Península, Gálvez asistió a la escuela militar de Ávila, centro de excelencia impulsado por el inspector general de la Infantería, Alejandro O’Reilly, con el fin de formar oficiales «de sobresaliente capacidad, buena conducta y genial disposición para el arte de la guerra». Dicha escuela estaba proyectada por el mismo O’Reilly y tras su paso por ella, el malagueño tomó parte como capitán del regimiento de Sevilla en la fracasada expedición a Argel del año 1775, donde fue herido de gravedad en la pierna. REGRESO AL NUEVO CONTINENTE Una vez recuperado de este nuevo percance y aprovechando el ascenso de su tío a la dirección de los asuntos de Indias, Bernardo fue nombrado coronel del Regimiento Fijo de la Luisiana (1776) y gobernador de dicha provincia en un momento crucial para la misma, justo cuando los rebeldes americanos habían declarado su independencia de Gran Bretaña y la guerra se extendía al este del Misisipí. Precisamente, la situación estratégica de España en la margen occidental de dicho río había permitido la temprana ayuda, todavía silenciosa, a los insurgentes. APOYO A LAS TRECE COLONIAS El coronel y gobernador Gálvez se instaló en Nueva Orleáns y continuó sosteniendo veladamente la Revolución Americana a la espera del inicio formal del conflicto bélico, retardado al máximo por la corte de Madrid. Mientras tanto, contrajo matrimonio con Felícitas Saint-Maxent, hija de un potentado local, y llevó a cabo tareas de colonización, además de facilitar ayuda humanitaria a los desplazados de guerra que llegaban a territorio controlado por los españoles. La constante actividad del gobernador y la postura enérgica frente a las agresivas medidas británicas para controlar el tráfico fluvial en el Misisipí apuntaban unas formas de actuación que quedarían corroboradas tras la declaración de guerra en junio de 1779. Abiertas las hostilidades, Gálvez decidió pasar inmediatamente a la ofensiva sin hacer ningún tipo de especulaciones y sin esperar refuerzos. En septiembre del año 1779 lanzó sus fuerzas sobre los asentamientos británicos a orillas del citado río, capturándolos y eliminando cualquier amenaza en su cuenca baja. A continuación, a pesar de los destrozos provocados por un fuerte temporal, Gálvez se dirigió hacia La Mobila para tomarla en marzo de 1780, mientras los destacamentos españoles en el Alto Misisipí abortaban, dos meses después, una ofensiva británica que se proponía descender el río hasta Nueva Orleáns. PENSACOLA Quedaba tan sólo por tomar la estratégica plaza de Pensacola —en el actual estado norteamericano de Florida—, la llave del dispositivo británico en el golfo de México, y ese fue el objetivo de Gálvez. Un huracán había dispersado una primera expedición puesta en marcha en octubre del año 1780; pero los imponderables no intimidaban a Bernardo, ni mellaron su constancia y determinación hasta alcanzar su propósito. 50 Revista Española de Defensa Diciembre 2015


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