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Revista española de Defensa 325

to dado, como el aire. Se admite que hay que tener unas Fuerzas Armadas, pero no como una necesidad sentida, sino como una especie de inercia histórica. De hecho, a veces se ha cuestionado hasta la propia existencia de las Fuerzas Armadas, con una falta de percepción absoluta de la realidad. Lo cierto es que vivimos en un mundo complejo, donde la seguridad cada vez está más cuestionada. Hemos pasado de la bipolaridad a la multipolaridad; la hegemonía norteamericana de los últimos 25 años se ha roto completamente, y ahora todos tenemos que contribuir a las alianzas para que sigan siendo poderosas. Por lo tanto, querer a las Fuerzas Armadas y no financiarlas no es una paradoja; se quiere a las Fuerzas Armadas porque se ve que son gentes decentes, sacrificadas y capaces, pero lo que no se siente es el riesgo o la amenaza. El no querer ver el peligro no conjura el peligro, lo hace más grande. No mirar a los problemas es la mejor garantía de que los problemas crezcan y, al final, se conviertan en verdaderos desastres, como ha pasado en países no muy lejanos de nuestro entorno. Los militares son respetados y queridos por la inmensa mayoría de españoles —¿Cuál es el camino para mejorar la cultura de seguridad y defensa en nuestra sociedad? —Le voy a poner un ejemplo: durante estos cuatro años, se han aprobado muchas operaciones en el exterior que han contado con la inmensa mayoría de los votos del Congreso, incluida la presencia en la lucha contra el Daesh en Irak. Este respaldo tan amplio se debe a que los medios de comunicación han empezado a trasmitir cómo, en determinados sitios, le cortan a un señor el cuello, o le queman vivo; lo mismo atentan contra una discoteca en París que vuelan una estación en Estambul o vaya usted a saber dónde mañana. El peligro se empieza a ver de cerca. Es muy difícil que la gente ponga una valla eléctrica o una concertina en su casa, salvo que les roben; entonces sí la ponen. Quiero decir que el mundo alegre y confiado se ha acabado, y eso hay que saberlo y ponerle los medios. Es la sociedad, no los militares, la que tiene que defenderse a sí misma y entender su propia defensa como una prioridad. Es una respuesta global y social. Esto en algunos países no hay que explicarlo. —En estos años se han dado pasos para proteger y reforzar la industria española de Defensa ¿Por qué es importante para España? —Por tres razones fundamentales. La primera, en beneficio de la defensa nacional: los países fuertes tienen su propia industria de defensa porque es la garantía de suministro en caso de problemas. La segunda es porque el nivel tecnológico más alto que existe hoy en día en España está vinculado a la defensa, con gran diferencia. Y la tercera, porque genera muchos puestos de trabajo pero, sobre todo, cualitativamente, con una enorme capacidad de tracción hacia otras industrias. Hasta que no exista una Europa de la defensa y de seguridad común creíble, en donde se compartan objetivos estratégicos, es muy importante que tengamos una industria cada más consolidada y más fuerte. Hemos impulsado la integración de capacidades porque una industria atomizada es una industria débil que, además, puede caer en manos de cualquiera, y eso nos preocupa extraordinariamente. —En su discurso de la Pascua Militar usted reclamó un escenario de estabilidad presupuestaria ¿Por qué es tan necesario? —Esto es una petición histórica; disponer de un programa plurianual, en donde se establezca qué tipo de defensa queremos y cómo la vamos a dotar. La financiación de la defensa está dentro de un ámbito de obligaciones internacionales; hay que llegar a una inversión en defensa que, en la última cumbre de la OTAN en Cardiff, se ha nominado en el 2 por 100 del PIB. Entonces hay que planificar para poder llegar a ese porcentaje. Se trata de saber qué defensa queremos y cómo llegamos a esa defensa; tiene las dos componentes. INTERNACIONAL —Usted ha recorrido medio mundo, visitando contingentes y países de toda condición ¿Hasta qué punto es relevante la diplomacia de Defensa para la seguridad y prosperidad de un país? —La diplomacia de la defensa lo que hace es consolidar los lazos de amistad y cooperación entre las naciones en un aspecto tan trascendental como es su propia seguridad, que es la base de partida de todo en una sociedad sana, de su libertad y prosperidad. Esa unión de las fuerzas de las políticas de defensa hace que el mundo sea más seguro y, por lo tanto, más capaz de generar futuro para los países y para sus pueblos. Febrero 2016 Revista Española de Defensa 11


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