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REVISTA GENERAL DE MARINA 2016

TEMAS GENERALES dos. El capitán de corbeta Wilhem Canaris insinuó el nombre de España como lugar en donde construir nuevos submarinos. La Krupp había participado en la constitución de la Unión Naval de Levante con el objetivo de abrirse un hueco en las construcciones navales militares españolas. Pero a la nueva empresa apenas se le encomendaban encargos gubernamentales. Desde 1925, Canaris se trasladó frecuentemente a España como representante de la compañía holandesa, tomando parte activa en todos los contactos confidenciales. No tardó en convencerse de la conveniencia de llegar a una serie de acuerdos con el empresario vizcaíno. Por aquellas fechas, Horacio Echevarrieta se había puesto en relación con astilleros alemanes buscando tecnología para construir motores. La opción germana contaría con un aliado muy importante. El propio Alfonso xIII se inclinó por la opción alemana después de entrevistarse en Santander con Walter Lohmann, jefe de los Servicios de Información de la Marina alemana, que viajaba en el barco Bárbara. El oficial germano interesó tanto al monarca como al empresario por la construcción de buques tanque, que podían servir de portaaviones, y por la de lanchas rápidas (7). El tercero de los factores propiciatorios fueron las necesidades empresariales de Horacio Echevarrieta, que había asumido con 32 años la dirección efectiva de la Casa Echevarrieta y Larrinaga al fallecer su padre, Cosme Echevarrieta. No dudó en tomar las riendas de todos los negocios y en abrir una etapa diferente en su historia, caracterizada por la incorporación de nuevas ramas de la economía y la diversificación de las inversiones, que le introdujeron en el negocio hidroeléctrico, adquiriendo la sociedad Saltos del Ter en 1907; en la minería del carbón, con la Compañía de Carbones Asturianos; en la explotación de las minas del Rif, a partir de 1908; en la creación de una fábrica de cemento en la localidad toledana de Castillejo, y por último, adquirió una poderosa flota mercante dedicada de forma preferente al tráfico de mineral de hierro de la provincia de Vizcaya. En 1906 compró cuatro buques mercantes, y desde aquel año el empresario no dejó de aumentar la capacidad de su flota hasta 1913 en que, gracias a la adquisición de los dos últimos barcos, alcanzó su máximo, con once vapores. Con un registro bruto de 28.171 toneladas, ocupaba el quinto lugar en la Marina Mercante española. Apuntar que todos los vapores que formaban la flota fueron comprados en Gran Bretaña (8). Era (7) El interés alemán por las lanchas rápidas derivaba de las imposiciones del Tratado de Versalles que limitaba no solamente el número, sino también el tamaño de los buques de guerra que podían construir para su Marina. Lohmann había posibilitado la construcción en 1924 de un prototipo que serviría como barco de vigilancia, cazasubmarinos y dragaminas. COOPER, B.: Lanchas rápidas «los bucaneros», pp. 28 y 29. Editorial San Martín, 1970, Madrid; VIÑAS, A.: «Lohmann», op. cit., p. 38. (8) DÍAZ MORLÁN, P.: «Capital minero e industrialización. El grupo empresarial vizcaíno Echevarrieta y Larrinaga (1882-1916)», en Revista de Historia Industrial, núm. 9, 1996, pp. 159-167. 420 Abril


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