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BOLETIN INFANTERIA MARINA 26

OPINIÓN Centrando nuestro interés en las superficies opacas que no emiten energía, la reflectancia es el parámetro normalmente empleado para describir las propiedades ópticas de los objetos, y depende de factores tales como la composición química, la estructura superficial y la estructura interna del material, entre otros. Los valores de reflectancia de una superficie se pueden representar gráficamente en función de la longitud de onda de la radiación incidente, dando lo que se denomina la curva de reflectancia. Sin embargo, esto no es suficiente a los efectos de que dicha superficie sirva para proporcionar enmascaramiento, pues además de describir sus características ópticas, será necesario acotar en qué zonas del espectro electromagnético se requiere que la superficie posea las características ópticas deseadas. Para ello será necesario a su vez precisar con qué instrumentos se supone que se va a llevar a cabo la observación, ya que las características ópticas de un objeto cualquiera sólo se pondrán de manifiesto si los instrumentos con los que dicho objeto es observado son capaces de detectarlas en su intervalo de trabajo. Así, si los instrumentos de observación no van a actuar en una zona determinada del espectro electromagnético, no tiene sentido especificar características ópticas del objeto en cuestión en dicha zona. Para demostrar esto, no tenemos más que tomar una imagen cualquiera en colores y superponerle una lámina de plástico o celofán transparente coloreada: ¡instantáneamente desaparecerán todos aquellos detalles de la imagen que sean del mismo color que la lámina! ¿Qué ha ocurrido? Simplemente, que el instrumento empleado para observar la imagen (la lámina transparente) está restringido a unas longitudes de onda determinada (las que no son del color de la lámina) y no es capaz de detectar los detalles de la imagen impresos en este color. Más adelante veremos otro ejemplo similar, aplicado a la zona infrarroja del espectro. En la especificación de las propiedades ópticas de las pinturas de aplicación militar se admite, en general, que la observación se llevará a cabo con instrumentos ópticos intensificadores de luz, que actúan en la zona del espectro visible al ojo humano (longitudes de onda comprendidas entre 400 nm y 700 nm, como ya se ha indicado) y del infrarrojo cercano (entre 700 nm y 1200 nm); de este modo queda determinado el intervalo en el que vamos a describir las características ópticas del entorno y de los objetos situados en él. ¿Qué aspecto tiene la curva de reflectancia óptica de un material o superficie determinada? Esta pregunta no tiene una respuesta sencilla: ya se ha indicado que la reflectancia de un material varía enormemente, en función de su estructura, de su composición química, de sus propiedades superficiales y de la frecuencia de la radiación incidente, entre otras. En general, cuanto más alto sea el valor de la reflectancia para una longitud de onda determinada, mayor será la cantidad de energía reflejada por la superficie en esa longitud de onda. La nieve, por ejemplo, presenta una reflectancia cercana a 1 para casi todas las longitudes de onda del espectro visible (por eso deslumbra y se ve blanca al ojo humano), y prácticamente nula para longitudes de onda de 1500 nm y 2000 nm (en una fotografía tomada con emulsión sensible a estas longitudes de onda se vería negra, y de hecho en dichas longitudes de onda su comportamiento óptico es cercano al de un cuerpo negro). En la figura 1 se muestran las curvas de reflectancia óptica de diversos materiales y superficies. Como puede observarse en la figura 1, la reflectancia constituye una señal de identidad de las distintas superficies, hasta el punto de que es posible caracterizar especies minerales y vegetales empleando sensores adecuados 4. En particular, y por su interés en el enmascaramiento, conviene consignar dos características distintivas de los vegetales que también se aprecian en la figura 1. Por un lado, la reflectancia de la vegetación seca está fuertemente afectada por su bajo contenido en humedad, con valores más altos en la banda de 600 nm a 700 nm, causante de los colores amarillo-rojizos de las hojas secas. Por el otro, la reflectancia de la vegetación de hoja verde en el visible es baja, debida a la presencia de pigmentos (especialmente la clorofila) que absorben fuertemente las radiaciones azul y roja, y que dejan un máximo relativo hacia los 550 nm, responsable del color verde. En el infrarrojo cercano, por el contrario, aparece una zona de alta reflectancia. 44 BOLETÍN DE LA INFANTERÍA DE MARINA Figura 1


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