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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 337

Las pruebas de impacto se han realizado en el Laboratorio Balístico construido ex profeso para la fabricación del casco. compañía en San Sebastián de los Reyes (Madrid). poco tiempo tampoco era imprescindible para el desarrollo de ningún casco de combate en el mundo. El Ejército de Tierra español, sin embargo, sí ha considerado oportuno incluirlo en esta ocasión como parte de las mejoras que debería aportar la nueva prenda. El requerimiento balístico que sí se exige siempre en este tipo de procesos de adjudicación es la protección contra los impactos provocados por los fragmentos y esquirlas de proyectiles de artillería y de mortero, granadas o bombas aéreas, de artefactos explosivos improvisados (IED) y minas antipersona que estallan próximos a la ubicación del combatiente. No en vano, según indica la estadística, el 80 por 100 de las bajas en combate se deben a los impactos de este tipo de munición. En este ámbito, la diferencia entre los diversos modelos existentes en el mercado estriba en la potencia cinética a la que se produce la perforación de la calota tras el golpe del fragmento o la bala. Lo que Carlos de Cos denomina «la frontera entre atravesar o no el casco », que en el Cobat 01 se produce a una potencia balística máxima de 650 metros por segundo, «frente a la velocidad cinética de 600 metros por segundo que soporta el actual», añade el consejero delegado de FECSA. Su casco de combate carece, además, de tornillos. Esta supresión es vital de cara a los impactos balísticos porque el golpe de una esquirla contra este elemento puede romper la cabeza del combatiente. El tornillo hace que el casco pierda consistencia y nivel de protección. Antes de someterse a las pruebas balísticas contra proyectiles de bajo calibre y fragmentos explosivos, el Cobat 01 superó una prueba de envejecimiento que se prolongó durante 24 días sin interrupción. «La resistencia a temperaturas extremas también se ha endurecido», dice Carlos de Cos respecto a las exigencias del Ejército para la adquisición del Marte hace tres décadas. Antes de su entrada en servicio en 1985 el casco de combate de Induyco demostró su resistencia entre los -29 grados centígrados y los 50 sobre cero. Su sucesor, el Cobat 01, 30 años después, no pierde su consistencia entre los -40º y los 63º. Además, ha sido sometido a un proceso de subida y bajada de temperaturas ininterrumpido entre los -31º y 50º en dos fases distintas de siete días de duración cada una. Entre ambas, el casco permaneció expuesto durante diez días a una radiación solar equivalente a la que soporta cualquier objeto depositado a la intemperie en el desierto de Arizona durante Marzo 2017 Revista Española de Defensa 31


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