Page 111

REVISTA GENERAL DE MARINA AGOSTO SEPTIEMBRE 2014

PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL... sabiendas de la beneficiosa neutralidad de España. La proporción de hundimientos de buques mercantes aumentó tanto que produjo una crisis en el Almirantazgo británico, cuyas medidas no eran capaces de disminuir las pérdidas mensuales de barcos aliados, pese a que desde enero de 1917 se había puesto en vigor en el Atlántico el sistema de navegación en convoyes escoltados por buques de guerra, y en mayo se adoptó el mismo gracias al apoyo de destructores norteamericanos. Poco a poco fue dando resultados, y de las 472.000 t hundidas en agosto se pasó a las 353.000 en septiembre, al mismo tiempo que las bajas de submarinos subieron a 68 en 1916, y 67 al año siguiente, superando por primera vez las pérdidas a las construcciones. Año 1918. El final de la guerra submarina La cantidad de buques hundidos disminuyó drásticamente en 1918 debido al buen funcionamiento del sistema de convoyes en todos los mares. Así en 1917, el 70 por 100 de los buques habían sido hundidos por los U-Boote frente al 50 por 100 en 1918. También tuvo una gran importancia en esa disminución la intensificación de las patrullas antisubmarinas, debido al aumento de buques de superficie dotados de cargas de profundidad e hidrófonos por la entrada de los Estados Unidos en guerra a partir de abril de 1917 y el minado de extensas zonas de aguas costeras en el Mediterráneo y el canal de la Mancha. Todo ello hizo que las pérdidas de los U-Boote se doblasen: de los 20 submarinos perdidos en el primer semestre de 1917 se pasó a 43 en el mismo período de tiempo en 1918. La Flotilla de los 30, basada en Cattaro, perdió ocho U-Boote de enero a mayo. En el angosto Mediterráneo, después de realizar un ataque, los submarinos eran perseguidos durante horas gracias al seguimiento con los primitivos hidrófonos, y acababan saliendo de noche a la superficie, una vez exhaustas sus baterías, para proseguir el combate al cañón cuando se les acababan los torpedos. Esa tensión, unida a los persistentes ataques con cargas de profundidad, hizo cada vez más difícil reclutar voluntarios para los U-Boote, al mismo tiempo que iban desapareciendo los comandantes y dotaciones más veteranas y experimentadas. En marzo de 1918, el número de buques botados por los aliados superó al de los hundidos por los submarinos, momento en que el premier británico Lloyd George afirmó que los submarinos habían dejado de ser un peligro para la supervivencia del Reino Unido para pasar solo a ser una amenaza. A partir de mayo los 24 que aún quedaban en el Mare Nostrum cambiaron su táctica, pasando a realizar ataques de forma conjunta, algo que se repetiría en la Segunda Guerra Mundial con la Rudeltaktik o táctica de traílla, conocida también como manada de lobos. La pérdida de las bases navales de Cattaro y Pola por parte de los austrohúngaros hizo imposible la actividad de los U-Boote en el Mediterráneo a partir de octubre. Precisamente en ese mes se produjeron los amotinamientos 310 Agosto-septiembre


REVISTA GENERAL DE MARINA AGOSTO SEPTIEMBRE 2014
To see the actual publication please follow the link above