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REVISTA GENERAL DE MARINA AGOSTO SEPTIEMBRE 2014

PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL... presentar valientemente su flota y a cualquier precio, fueron adquiriendo cuanto material salía a la venta, mediano o malo, ya que de bueno no se encontraba nada en el mercado. Por último la compañía anónima marítima Unión de Bilbao constituyó un caso único en periodo tan azaroso para la Marina Mercante española, ya que conservó sus cinco grandes vapores, los mismos que tenía antes de la guerra, sin que sufriera alteración alguna. Las violaciones a la neutralidad Declarada la guerra se decretó de inmediato el bloqueo marítimo de ambos bandos, incluyendo en él no solo las mercancías destinadas a los beligerante y países colindantes, sobre los que existía la posibilidad de una reexpedición, sino que englobó a los que salían de dichos países. Ello complicó no poco el tráfico marítimo, sujeto a limitaciones y peligros patentes. Inglaterra dominaba los mares «por arriba» y se crearon los «navicerts», o permisos previos de los representantes británicos para efectuar el transporte, y como los navieros temían los perjuicios derivados de prescindir de ese requisito, se negaban a embarcar sus mercancías sin ese control inglés. Pero Alemania impuso sus fuerzas «por abajo», y fue precisamente la grave situación creada por su actividad submarina —que de rechazo implicaba una grave crisis en los mercados internacionales, con el consiguiente aumento del precio de las importaciones y especialmente de los fletes— lo que obligó al Gobierno a publicar el Real Decreto de 7 de enero de 1916, por el que se prohibía la venta de buques a los armadores y gobiernos extranjeros. Se pretendía con tal medida evitar el retraimiento de nuestros navieros que, asustados, comenzaban a deshacerse de sus unidades desmantelando la flota mercante española. Pero tal disposición no fue suficiente para devolver la confianza ni para lograr la rebaja de fletes, causa determinante de la carestía de los artículos de primera necesidad y de las materias primas, por lo que, como señala Bordejé, después de examinar el gabinete todas las acciones posibles y de consultar a las compañías navieras, se creó una comisión, que bajo el nombre de Junta de Transportes Marítimos era la responsable de regular la importación de artículos indispensables, de establecer prioridades de obtención en los mercados exteriores y de dictar condiciones económicas y subvenciones para determinados artículos, como el carbón, trigo, etcétera. El hundimiento del vapor Luis Vives —al que se ha hecho referencia— en septiembre de 1916 desató una serie de protestas concretadas en el ultimátum del que ya hemos dado cuenta. De otra parte, la posición de los pilotos y maquinistas de la Marina Mercante, que estimaban que los riesgos que corrían no eran en absoluto compensados, dio origen a una conflictiva huelga general en la Trasmediterránea, que obligó a la utilización de unidades de la Armada para asegurar los servicios entre la Península y los puertos del Protectorado. 2014 345


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