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MEMORIAL INGENIEROS 90

JULIO 2013 93 no compensaba por la continua destrucción de los bombardeos. En una ocasión fue necesario construir de un parapeto de contención de los escombros en la escalera de la piscina, que había quedado al descubierto por el fuego enemigo, e incomunicaba la cocina con el resto, resultando en el apaño como comunicación un túnel. Por lo general, la continua mejora o restablecimiento de los puestos de vigilancia corría a cargo de los propios usuarios, y solamente cuando la avería era muy grande la cola-boración correspondía al equipo encargado. Un caso concreto, y de mayor importan-cia, fue el del denominado “túnel del Simplón”, un sótano que había bajo la explanada norte, dominando la cuesta del Alcázar y con entrada por la Sala de Banderas. En este largo y estrecho túnel las ventanas serían aspilleradas constituyendo un bastión para la defensa. Las cuadrillas de los trabajos también eran las encargadas de apagar los incendios, así como de recuperar todo aquello que fuese combustible para las cocinas. A este respec-to, como consecuencia de la exposición con bajas de algunos al apagar los fuegos en pleno bombardeo, manifestaba Barber que “Costó trabajo convencer a todos de que el fuego no podía hacer(nos) daño en el Alcázar”. Pero al fin lo consiguió. Otras, más su-fridas, eran las que tenían asignadas la construcción de letrinas y el recoger porquería. El 17 de agosto, ante el temor de que los asediados hicieran una salida en fuerza, el bando republicano estimó necesario ampliar la fortificación al cerco ya establecido, por lo que Ciutat, que se encuentra a cargo de la operación, solicita de Madrid el envío de material de fortificación así como de alguna Clase de Ingenieros. Una vez más se hace imprescindible nuestra intervención, y como juicio de valor, concretamente en este caso, “El Arma de Ingenieros se convierte en uno de los principales personajes del asedio”11. Hay que reconocer que, en tan solo poco más de dos meses, había pasado con éxito por varias especialidades, recordando o improvisando, no lo sé... ¡Bueno, claro que sí! Estas cosas solamente pueden comprenderse cuando se tienen creencias religiosas. Seguramente recordando nuestro lema, debió de pedir a Dios fortaleza, valor y lealtad. Fortaleza para mantener su responsabilidad firme; valor para decidir la solución más acertada por muy difícil que fuera; lealtad (siempre más fácil para cuantos voluntaria-mente se han formado, por inclinación, en la carrera de las armas) hacia su ideario y al Mando. Los servicios prestados por el ingeniero militar Barber Podemos agruparlos en dos periodos: 27-VIII-1921 a 16-VII-1936 y 28-IX-1936 a 11- VII-1946. Dentro del primero, está la fase inicial, desde su ingreso en la Academia de Ingenieros del Ejército de Guadalajara hasta el asedio del Alcázar, que ya hemos men-cionado. Señalar dentro de su primera época, la académica (1921-1928), que por este tiempo hace sus prácticas en el Campamento de Pajera, y que el periodo de tiempo que estuvo como alumno fue de seis años y once meses. Esta última circunstancia fue como consecuencia del desastre de Annual, de 1921, en que se produce la necesidad de disponer con urgencia de más oficiales de Ingenieros. Para ello se ordena comience en la Academia de Guadalajara, en el mes de septiembre, el curso 1921-22, con cursos de ocho meses, completándose el programa de formación en cuarenta meses, para lo que fue necesaria la supresión de las vacaciones de verano. Dentro del mismo periodo, en 1924, se produjo el incendio de la Academia, con la destrucción casi total del edi-ficio, siendo necesaria la cesión de locales por algunos estamentos de la capital para


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