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MEMORIAL INGENIEROS 90

JULIO 2013 97 5  Se establecieron 4 turnos de 6 horas para los trabajos, debiendo organizarse 4 cuadrillas, con 2 talleres compuestos de 2 picadores (o barreneros) con sus 2 ayudantes, y 2 para el transporte de los escom-bros (total, 6), con un total de 24 por mina. 6  De la primera mina se conoce el radio del embudo (r = 10 m) y su línea de mínima resistencia (h = 4 -5 m), y por tanto su clase de hornillo o índice (n = r / h = 2), que corresponde a uno recargado, como era su intención. Concretamente, para trilita (a = 0,25), y roca dura (m = 4,24), su carga (C = 2.500 kg) es 18 veces mayor que la que correspondería a uno normal (n = 1), que sería de 135 kg. Igualmente, para conocer su radio de explosión, aplicando la fórmula resulta un valor aproximado de r = 11 m. También obtendríamos el radio de conmoción (F) y la profundidad del embudo (p). Para la segunda mina, dispuesta como concentrada (?), el cálculo sería similar, y de ser alargada, po-dría considerarse dividiendo el poder de la carga proporcionalmente a su longitud.. Para la tercera mina es mucho más fácil, al conocerse su extenso y profundo embudo de aproxima-damente unos 30 m de diámetro por 4 o 5 m de profundidad. Dado que la voladura fue en terreno de relleno y alejado de un posible objetivo (obligado por la urgencia y tener que utilizar la mina existente mejorada), para una carga tan grande su resultado puede considerarse más espectacular que efectivo. 7  En la antigua Academia de Ingenieros en Burgos (1940-1954), la llamada de la Merced por su ubica-ción en un antiguo convento mercedario, existía un letrero que recordaba una cita antigua de un autor anónimo: ”La mayor afrenta que puede entrevenir al ingeniero es el fallar el efecto de la mina” (claro, se refería al de profesión ingeniero militar, que también puede servir para el actual). 8  Tras la misa se administran los Sacramentos, y la absolución general in articulo mortis, “en medio de una indescriptible emoción para unos y de un evidente malestar para otros”, y “Camarasa deja en los sitiados un amargo sabor de boca, y es quizás, después de la mina, el golpe moral más certero de la República”. 9  Ver Memoriales núms. 82, 83 y 84, quedando pendiente la última parte. 10  El Alcázar, Casas de la Vega, pp. 47, 53 y 55. 11  Los Asedios. Monografías de la GCE n.º 16. SHM (Martínez Bande), p. 58. 12  Memorias inéditas, Barber. 13  Hoja Matriz de Servicios Barber, Intervención militar de guadalajara. 14  Historia de la Fortificación..., De Sequera, pp. 152-155. 15  Las Ordenanzas del Ejército, que arrancan de la época de Carlos III, han sido armonizadas en todo tiempo con la legislación vigente, teniendo que sufrir modificaciones, adaptaciones y supresiones. En un intento de conservar el máximo de pureza del texto, cuando no el vigor del espíritu que las informa. Cúmulo de obligaciones para los diferentes empleos en el Ejército, que constituye materia fundamental de estudio y aplicación en las Academias Militares. 16  Para aquel olvidadizo, o que los desconozca, reproduzco íntegramente: Art. 3: “Los oficiales tendrán siempre presente que el único medio para hacerse acreedores al concepto y estimación de sus jefes, es el cumplir exactamente con las obligaciones de su grado, el acreditar mu-cho amor al servicio, honrada ambición y constante deseo de ser empleado en las ocasiones de mayor riesgo y fatiga, para dar a conocer su valor, talento y constancia”. Art. 12: “El oficial cuyo propio honor y espíritu no le estimulan a obrar siempre bien, vale muy poco para el servicio; el llegar tarde a su obligación, aunque sea de minutos; el excusarse con males imaginarios o supuestos a las fatigas que le corresponden; el contentarse regularmente con hacer lo preciso de su deber, sin que su propia voluntad adelante cosa alguna, y el hablar pocas veces de la profesión militar, son pruebas de gran desidia e ineptitud para la carrera de las armas”.


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