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AEROPLANO 29

DIFERENTES ETAPAS Coordinar y uniformar los trabajos que constituyen este número especial de AEROPLANO no parecía tarea fácil teniendo en cuenta la necesidad de ajustarlos al contexto conmemorativo del primer centenario. Afortunadamente, todos los autores han escrito sus temas con dedicación, puntualidad y brillantez, sin que las restricciones textuales solicitadas hayan causado problemas mayores. Con todo, la extensión resultante se ha plasmado en un auténtico libro, hasta con su capitulado de Manual… Dicho esto, hay que recordar que aparte del carácter de investigación histórica y divulgativa, este número pretende, excepcionalmente, mostrar la historia de la Aviación Militar española, hoy Ejército del Aire, a través de los últimos 100 años, lo cual, a parte de pretencioso, lógicamente dejará muchas cosas en el tintero. Nuestra obligación siguiendo lo línea editorial de AEROPLANO es que, al menos, lo que contemos tenga un respaldo documentado. Por otra parte a pesar del aspecto de libro, el lector distinguirá, que se mantiene el carácter de Revista, porque cada capítulo ha sido redactado por una persona diferente, cada una con su estilo. De ahí que exista alguna evidente desproporción en el desarrollo de distintas épocas. De ahí, también, que en alguna ocasión la “importancia” de lo tratado no coincida con el espacio dedicado (basta comparar la extensión de la bibliografía específica en la propia Revista) sin perder la “objetividad histórica” perseguida por todos. Por ello, el lector atento puede constatar algunas reiteraciones que no hemos “podado” por respetar al máximo la redacción original de sus autores, autores que -salvo algún mando en activo- son miembros del IHCA que responden de la objetividad y autenticidad de sus contenidos. Conscientes de que la total neutralidad es imposible, se ha obviado el tratamiento de algunos temas polémicos, importantes pero “vidriosos”, que jalonan el devenir de todo un siglo… Como paradigma, basta citar la politización que –en el mal sentido– afectó a las fuerzas armadas y especialmente a la Aviación: Afiliación política, Escalas, ascensos, Mandos etc., que no se ignoran pero que tampoco se tratan “in extenso” ni como reivindicación ni como explicación. Afortunadamente, el espíritu inicial del Servicio se mantuvo y pese a las banderías y tensiones de los años 20 y 30 la nueva Arma pudo consolidarse tras la gran fractura de la Guerra (in) Civil. Además, para mejor comprensión de los hechos sucedidos, nos hemos permitido incluir al final de de la obra un listado de diferentes artículos publicados en AEROPLANO, sobre hechos sucedidos en cada época, lo que por otra parte da cuenta de lo avanzado en el estudio de la historia aeronáutica y pone de relieve el esfuerzo de los historiadores que colaboran con el Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire. RECAPITULACIONES Y ACOTACIONES Ya hemos dicho que se ha tratado de respetar escrupulosamente la redacción (y creemos que también la intención) de todos los temas tratados. Huelga, pues, cualquier tipo de puntualización o explicación sobre los mismos. Sin embargo, así como se han producido algunas inevitables reiteraciones (básicamente por paralelismo cronológico tema-años) aparecen también algunas lagunas que no se han podido subsanar por diversos imponderables y que “cantan” demasiado, dada la estructura de algunos capítulos. Así que se ha intentado completarlos, cuando es posible. I.– LOS ALBORES DE LA AVIACIÓN MILITAR Al trabajo encomendado a Cecilio Yusta se le asignó el período 1911-1919, que es examinado con el detalle y la precisión características de su pluma. Ameno y exacto, ha tenido que lidiar con la polémica histórico-semántica del centenario, transitando por los “23 meses críticos” con un auténtico trabajo de investigación. El arco cronológico de los albores incide de lleno en la primera escuadrilla expedicionaria y sus actuaciones pioneras en nuestra zona marroquí que son objeto de nuestro capítulo II. De ahí que sean inevitables ciertas coincidencias que se han tratado de reducir sin que, por otra parte, restemos espacio a algunas divagaciones sobre temas coincidentes cuando se presentan datos nuevos o poco conocidos. Tal es el caso del primer bombardeo aéreo: ¿Olivié y Cifuentes en Nieuport-noviembre ó Barrón y Cifuentes en Lohner-diciembre? Hay una posible confusión de Kindelán (Revista de Aeronáutica: Así nació el arma aérea, noviembre 1943) y la sin duda exacta Hojas de Servicios de Barrón. Aquí se examinan las notas de los inéditos “diarios” de Vives, se sigue la pista de la adquisición y llegada de las bombas Calgonit y se especula sobre la cantidad lanzada, peso y tamaño cuya fijación podría dar la clave de la exactitud de los “cuadernos” de órdenes de Kindelán donde afirmaba que el hecho “fue contemplado por numerosas tropas desde Lucién y montes próximos” y “tres días después se probó la bomba grande”. Cecilio Yusta se decanta por Barrón, en Ben Karrik, el 17 de diciembre, que es la tesis del coronel Warleta, “máximo experto en el tema”. Con parecida precisión y datos de primera mano se aborda el tema del Emblema del Servicio (Rokiski) cuya amenidad disculpa su extensión aclarando muchos aspectos discutibles. Igual sucede con el relato de las circunstancias del relevo de Kindelán y la actitud de Vives, no totalmente aclaradas por el sólo hecho de la cerrazón de escalas y la procedencia de los protagonistas (artilleros, ingenieros, Estado Mayor). Finalmente, confirmar que las mini biografías de la 1ª Promoción se han incluido porque, sin menoscabo de otras grandes figuras, iluminan, por su longevidad y valía, desde los albores y el enfrentamiento bélico hasta la industria aeronáutica de hoy. II.– LA GUERRA DE ÁFRICA Así se pretendió bautizar el capítulo II de este AEROPLANO extraordinario, lo que hubiera creado cierta confusión con otras campañas no tratadas por los autores, que han acotado desde el título su tema y su tiempo evitando así toda posible confusión con otras actuaciones posteriores, también bélicas y también africanas. Muy resumidamente, asistimos a las diferentes fases de la utilización militar de las primeras máquinas voladoras, el reconocido heroismo de las tripulaciones y la culminación del desembarco de Alhucemas. Quizá hubiese sido procedente introducir en este epígrafe otras actuaciones de nuestra aviación en los diferentes territorios del protectorado (desde el Sáhara hasta Guinea), pero el espacio no da para más. (Recuerdo, a vuelapluma, los apoyos pioneros a las líneas aéreas españolas y francesas, los diferentes aeródromos Melilla “alma de la aviación militar”, los pilotos “africanistas” incorporados a nuestra contienda etc.). No puede olvidarse África con posterioridad a 1939, por ejemplo los internamientos, aterrizajes forzosos y sobrevuelos de los aliados en la 2ª G.M con el curioso “derribo” del Lightning, (que corresponderían al capítulo VI), que citamos “a beneficio de inventario” por la citada restricción de espacio. El general Sánchez Méndez, coautor de la revisión de la campaña que comentamos, sí que ha dedicado en su capítulo VII un imprescindible recuerdo a la Guerra de Ifni-Sáhara y la Opera- 10


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