Page 146

AEROPLANO 29

cosas “abogó por la unión de todos los aviadores, sin distinción de ideas ni matices políticos de ninguna clase”. El día 9 de junio de 1933, a las 15 horas 30 minutos despegó el “Cuatro Vientos” del aeródromo del mismo nombre para aterrizar en Tablada (Sevilla) a las 19 horas 15 minutos. En éste campo, fueron recibidos por el jefe de la base comandante Díaz Sandino, jefes, oficiales, socios del Aero Club y centenares de personas, entre las que se contaban muchos cubanos. En esta ciudad se encontraba ya el sargento Madariaga, un montador de aviones de la factoría Hispano y dos mecánicos de Construcciones Aeronáuticas. Para facilitar el despegue del Cuatro Vientos, la pista de Tablada hubo que alargarla 500 metros. Las dimensiones quedaron establecidas en 1.530x60 metros. Ya solo les faltaba esperar que las condiciones meteorológicas fueran favorables. Desde hacía tiempo, el jesuita y meteorólogo del Colegio de Belén de la Habana, padre Gutiérrez Lanza, venía informando por cable a los aviadores sobre las condiciones atmosféricas de las zonas a sobrevolar. El 31 de mayo les informó que “el tiempo es anormal en todas las Antillas. Muy cubierto de nubes. Calmas. Poca visibilidad. Propenso lluvias, noches y mañanas. Muchas lluvias por las tardes. Condiciones desfavorables al vuelo. Prudente esperar normalidad”. Estas comunicaciones se fueron sucediendo hasta que el mismo día 8, les informó que “el tiempo en la isla continuaba lluvioso, pero que nada les aconsejaba suspender el vuelo”. Con estas condiciones Barberán decidió salir al día siguiente. A las dos de la madrugada, se trasladó el “Cuatro Vientos desde el hangar en que encontraba hasta la pista de rodaje. Allí se cargó a tope de gasolina (5.300 litros) y de aceite (220 litros). A las tres y media de la madrugada salieron del Pabellón de Oficiales de Tablada, Barberán y Collar, dirigiéndose hacia donde se encontraba el avión. Allí fueron informados de las cargas efectuadas, del estado del avión y de la comunicación recibida de la torre del aeródromo de Cuatro Vientos que les facilitaba el último parte meteorológico enviado por el teniente Oscar Riveri, jefe del observatorio militar del destacamento aéreo del aeropuerto de Columbia (La Habana), que decía: “tiempo nublado. Buena visibilidad, calma aérea, dirección de las lluvias hacia el oeste; mejorado el tiempo con respecto último parte: vientos flojos y algunas lluvias”. En el campo se encontraban formados los quinces aviones que habían llegado de Cuatro Vientos para despedir a los dos aviadores. También acudieron para despedir a los pilotos, el jefe del aeródromo de Cuatro Vientos, el Presidente de la Federación Aeronáutica Española y el Gobernador Civil de la provincia. Este día, 10 de junio, a las cuatro cuarenta y cinco horas, Collar, después de recorrer 1.200 metros de pista hizo despegar al Cuatro Vientos para iniciar el raid a Cuba. Acompañaban al avión los aparatos de Cuatro Vientos y una avioneta del Aero Club. ¡Todo había empezado bien! Al poco rato, el Cuatro Vientos se perdía entre las brumas enfilando su ruta hacia el sur. A los treinta y dos minutos de vuelo, el “Cuatro Vientos” abandonaba la costa española. A su izquierda dejaban Sanlúcar de Barrameda, desde donde Colón inició su tercer viaje al Nuevo Mundo. A las dos horas de vuelo encuentran las nubes, que la predicción les había anunciado iban encontrar, por lo que tienen que ascender a una altura de mil metros. A las cinco horas y media de vuelo sobrevuelan las islas Madeira, aunque no las vieron por encontrarse cubiertas de nubes. En éste punto cambiaron el rumbo para dirigirse a Puerto Rico, al otro extremo del Atlántico. La carta de la ruta, realizada por Barberán, llevaba trazadas las líneas de posición y los trayectos a volar, con indicación de las horas de paso, gasolina consumida, régimen del motor y velocidad del avión. Sin embargo, este tramo de vuelo, presentaba gran dificultad, pues era el tramo más largo y no tenía referencias terrestres, por lo que resultó particularmente duro y complicado debido a los constantes frentes nubosos encontrados que le obligaron a cambiar de rumbo en numerosas ocasiones. Además, les exigió un gran esfuerzo para reencontrar la ruta mediante precisas y constantes observaciones astronómicas. A las trece horas de vuelo tuvieron que evitar un frente de nubes densas y hora y media de vuelo después ya pudieron calcular la posición en la que se encontraban. Al poco tiempo, Collar se sintió indispuesto, por lo que tuvo que encargarse Barberán de pilotar durante varias horas. A las veintiuna horas de vuelo vuelven a situarse astronómicamente, comprobando que siguen en la ruta correcta. Tres horas más tarde ven por primera vez en todo el viaje a la estrella Polar, lo que les permite de nuevo situarse con precisión. A las treinta horas de vuelo, como no llevaban radio, Barberán, le pasa una nota a Collar en la que escribe que dentro de tres horas sobrevolarán la bahía de Samaná en la isla de Santo Domingo. Se cumple el pronóstico y a las treinta y tres horas de vuelo, a las trece horas treinta minutos del día 11 de junio, sobrevuelan por primera vez tierra americana, pasando por el norte de la isla de Santo Domingo. Poco más tarde, a las 14.05, hora local cubana, observan desde tierra el paso del avión “Cuatro Vientos” sobre Guantánamo (Cuba), a unos 1.200 metros de altura. Como el tiempo era malo para poder aterrizar continúan el vuelo siguiendo la vía férrea a 700 metros de altura. Veinticinco minutos más tarde, pasan sobre Victoria de las Tunas, ciudad situada en la región oriental de Cuba y a 146


AEROPLANO 29
To see the actual publication please follow the link above