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AEROPLANO 29

Julio Ríos Angüeso Manuel Barreiro Álvarez Dieciséis días más tarde de la llegada a Marruecos de la primera escuadrilla expedicionaria de la Aviación militar, el jefe de la misma, capitán Kindelán ordenaba se realizase el 19 de noviembre un vuelo de reconocimiento sobre los núcleos rebeldes que se encontraban en la ladera occidental del Monte Cónico. La misión fue asignada a la tripulación del aeroplano Maurice Farman MF-7, número 1, formada por el teniente de Infantería, piloto aviador, Julio Ríos Angüeso y el capitán de Ingenieros, observador de aeroplano, Manuel Barreiro Álvarez La espesa vegetación que cubría el Monte Cónico y las nubes bajas reinantes en la zona favorecían la ocultación del enemigo de la vista de los dos aviadores españoles, razón por la cual el teniente Ríos Angüeso bajó con su avión hasta casi el ras del suelo, por lo que desde las alturas los expertos tiradores rifeños tuvieron a tiro al Farman en su vuelo rasante. Cuando el capitán Barreiro estaba terminando de realizar el croquis del terreno y la localización de las harkas rebeldes, éste recibió un disparo en el pecho y el teniente Ríos era alcanzado por dos balazos, uno en el vientre y otro entre las piernas. El piloto, a pesar de la gran pérdida de sangre y del dolor de ambas heridas y ayudado por los gestos de Barreiro, no perdió la serenidad y con una gran serenidad logró regresar con el aparato al campamento general y aterrizar sin causar daño alguno al aeroplano. Sacados los dos aviadores en muy grave estado y tras recibir una cura de urgencia fueron evacuados al hospital militar de Tetuán, donde permanecieron hasta poder ser trasladados a la Península. La hazaña de Barreiro y de Ríos tuvo una gran resonancia en los medios de comunicación nacionales y extranjeros y obligó a que se iniciase el correspondiente juicio contradictorio por si se les podría conceder la Cruz Laureada de San Fernando. El Consejo de Guerra y Marina denegó su concesión al estimar que la acción no reunía los requisitos exigidos por el Reglamento de la Orden vigente desde 1962. Modificado éste por un Real Decreto de 5 de julio de 1920 y al amparo del Punto 1 del Artículo 58, les sería concedida a ambos la preciada Condecoración. Al teniente Ríos Angüeso lo fue por una Real orden de 11 de agosto de 1921 y al Capitán Barreiro por otra de fecha 26 de septiembre del mismo año. El teniente Julio Ríos Angüeso era natural de Lanajos, provincia de Huesca, donde había nacido el 28 de febrero de 1888. Ingresó en la Academia de Infantería en 1906 y ascendió al empleo de Teniente en 1911. Un año más tarde, en el mes de septiembre, fue seleccionado para realizar las prácticas de vuelo en las escuelas de Guadalajara y Cuatro Vientos, obteniendo los títulos de Observador y Piloto de aeroplano de 2ª categoría y en junio del año siguiente el de 1ª. A lo largo de su carrera militar llegaría al empleo de General de División del Ejército del Aire y falleció a los 86 años en el Hospital del Aire de Sevilla en 1973. Fue el primer Laureado de nuestra Aviación Militar. El capitán Manuel Barreiro Álvarez nació el 23 de octubre de 1880, en la localidad gallega de Bayona, e ingresó en la Academia Militar de Ingenieros de Guadalajara, donde tras finalizar sus estudios sería promovido al empleo de teniente en 1905. En el mes de abril de 1913 fue convocado por la Escuela de Aerostación de la capital alcarreña, para efectuar ascensiones en globo cautivo y libre, para posteriormente realizar en el aeródromo de Cuatro Vientos las pruebas de tripulante de aeroplano, obteniendo la titulación de observador el 6 de octubre y seis días más tarde el de piloto militar de 2ª categoría. La gravedad de la herida recibida hizo que ingresara en el Cuerpo General de Inválidos en 1920. Ascendido a general de división en el año 1934, falleció en julio de 1940 con tan solo 59 años. área que rodeaba Lausién resultaron heridos, por fuego de fusil, el teniente piloto Ríos Angüeso y su observador el capitán Manuel Barreiro, era el 19 de noviembre y la primera sangre derramada por aviadores españoles en campaña. Ambos oficiales serían condecorados con la Cruz Laureada de San Fernando, las dos primeras conseguidas por la Aviación Militar. El Rey Alfonso XIII remitiría un mensaje al Alto Comisario español en Marruecos en el que felicitaba a los dos aviadores en los siguientes términos: “Ruego a V.E participe a los dos aviadores heridos que los asciendo al grado superior y que los felicito por su brillante conducta, así como por el valor y la serenidad de que han


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