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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 317

nacional Natalio García Honduvilla, director del Centro Universitario de la Defensa de Madrid «Aquí el Plan Bolonia se hace solo» NATALIO García Honduvilla no es médico. Tampoco militar, pero dirige el Centro Universitario de la Defensa de Madrid donde 68 alumnos estudian el Grado de Medicina al mismo tiempo que la carrera castrense. Una opción puesta en marcha el curso académico 2012-2013 por la necesidad que tienen las Fuerzas Armadas de incorporar personal médico. La milicia, sin embargo, no le es ajena a este profesor de la Universidad de Alcalá, doctor en Ciencias Biológicas y titular del Departamento de Medicina y Especialidades Médicas. Su padre era médico militar y él mismo nació en el Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla donde ejercen su labor muchos de sus amigos y compañeros. —¿Por qué se creó el CUD-Madrid? —El Centro nació de la necesidad que tienen las FAS de incorporar personal médico. No era suficiente con el sistema de ingreso con titulación previa que existía y que aún continúa. Defensa firmó un acuerdo de adscripción con la Universidad de Alcalá con unas condiciones, entre ellas, que el plan de estudios que se impartiera en el Centro fuera el mismo que el de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud. Así arrancó el CUDMadrid en lo que era el Grupo de Escuelas de la Defensa, ahora Academia Central de la Defensa. — En los estudios de Medicina están implicados el CUD y la Escuela Militar de Sanidad. ¿Cuáles son sus competencias? —La coordinación ha sido, desde el principio, fabulosa. El CUD únicamente participa en la fusión del plan de estudios militar con el plan de estudios académico de la carrera de Medicina; mis funciones son puramente de organización académica. Pero toda la responsabilidad sobre los estudiantes es de la Academia Central de la Defensa a través de la EMISAN. —Después de tres promociones, ¿qué resultado está dando este modelo de formación? —Fabuloso. Los profesores de la Universidad de Alcalá estamos encantados de participar en este modelo. Por una sencilla razón: aquí el Plan Bolonia se hace sólo. El grupo de estudiantes es pequeño, el sueño de cualquier profesor. —¿Cómo se están adaptando los alumnos a este nuevo sistema? —No ha habido ningún abandono. Igual que ocurre con los alumnos de Medicina de cualquier universidad. Entrar en la Facultad es tremendamente complicado y los que lo consiguen, tienen muy claro lo que quieren. Los que han ingresado aquí podrían haberlo hecho en cualquier universidad. Este año la nota de corte —12,68— ha sido superior a la de la Universidad de Alcalá —12,422— y la más alta ha sido de 13,47 sobre 14. Si han decidido estar con nosotros es porque su vocación como médicos militares es muy grande. —Los alumnos reciben clases en el CUD, en la Facultad y en el hospital Gómez Ulla y, además, rotan por las academias militares. ¿Cómo se organizan? —El Gómez Ulla ya formaba parte de la estructura de la Universidad de Alcalá como centro docente para las enseñanzas clínicas. Nuestros alumnos, al ser estudiantes de pleno derecho de la Universidad, tienen este hospital como centro de referencia. También pensamos que sería bueno que, aunque recibieran en el CUD parte de las clases, debían ir a la Facultad para conocer a sus compañeros y el ambiente universitario fuera de las Fuerzas Armadas. Así que decidimos que la parte teórica se impartiría aquí y la práctica, en Alcalá. —¿Por qué no reciben todas las clases en la Facultad? —Porque la pretensión es que vivan bajo un régimen militar. La Facultad está lejos de aquí y la única manera de poder coordinar su formación militar con sus estudios de grado es que pasen el mayor tiempo posible en el CUD, al menos durante la formación preclínica porque la clínica se da casi toda en el hospital. —¿Cuánto tiempo están los estudiantes en las academias militares? —El primer año pasan quince días de acogida y todo septiembre en la Academia General Militar de Zaragoza. Cuando terminan el curso vuelven a la Academia para hacer maniobras o asisten a algún despliegue de la Brigada de Sanidad para que tengan conocimiento de lo que es la sanidad militar no hospitalaria. En segundo van a la Escuela Naval Militar de Marín y, en tercero, a la Academia General del Aire de San Javier. A partir de cuarto ya no volverán a las Academias pero tenemos previsto enviarlos a las unidades. Lo que intentamos es que cuando salgan de aquí, además de ser médicos, tengan bien adquirido lo que es la sanidad militar, que no es sólo el Gómez Ulla, como piensan algunos. —Una vez que obtentan el título de Grado, ¿qué diferencia habrá entre un médico civil y otro militar? —A nivel académico, ninguna. A nivel específico, sí habrá diferencias porque un médico civil tiene enfocada parte de su última etapa de formación a la preparación del examen de acceso al MIR, cosa que nuestros alumnos no hacen. El objetivo final es el mismo, formar médicos, pero la manera de llegar es un poco diferente. Nuestros alumnos, una vez graduados, irán destinados a unidades y, posteriormente, harán la especialidad. Mi misión termina cuando finalizan los estudios de grado. Igual que en la vida civil, donde el MIR no depende de las universidades sino del Ministerio de Sanidad, aquí las especialidades dependen cada año de las necesidades que tengan las Fuerzas Armadas. 32 Revista Española de Defensa Mayo 2015


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