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REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA APORTACIONES

96 JOSÉ LUIS GOBERNA CARIDE nombró una comisión para comparar los sistemas de Betancourt-Bréguet y Chappé, pruebas que quedaron reducidas a una exhibición del telégrafo hispano-francés, dado que el francés no se prestó a colaborar. Las mejoras del modelo hispano-francés versaban sobre la codificación de las señales y las sincronizaciones entre estaciones transmisoras y receptoras, verdaderas innovaciones en aquel momento. El sistema de Betancourt-Bréguet fue muy reconocido por la gran mayoría de los miembros de la Academia, entre los cuales había importantes científicos, como Laplace, Coulomb o Lagrange, pero el sistema del español no fue finalmente adoptado en Francia, por la gran oposición de Chappé, quien ni siquiera se molestó en informarse de su funcionamiento. Sin em-bargo, con el paso de los años el mismísimo Napoleón se mostró muy inte-resado en que se implantara en Francia el sistema telegráfico de Betancourt y Bréguet, aunque no llegase a buen fin la iniciativa por la oposición frontal del propio Chappé, que permanecía en su cargo de director general de los Telégrafos Franceses. De regreso a España en diciembre de 1798, Betancourt fue nombrado inspector general de Puertos y Caminos, y con el apoyo de Luis Mariano de Urquijo, ministro de Estado entre 1797 y 1800, y los informes favora-bles de la Academia de Ciencias francesa proporcionados por el embajador francés en Madrid, obtuvo de Carlos IV una real orden de 17994, por la cual se aprobaba el proyecto de instalación de la telegrafía en España. En este proyecto se debía construir una línea telegráfica entre Madrid y Cádiz, que se inició en el mismo año. Este telégrafo era de tipo eléctrico y hacía uso de la electricidad estática, almacenada en botellas de Leyden generadas por una máquina Wimshurst, a través de una línea de nueve hilos tendida sobre postes, con un alcance de unas sesenta o setenta estaciones y dotada con un presupuesto de un millón y medio de reales, que se debía ejecutar en un plazo de veinte meses bajo la dirección del propio Agustín de Betancourt. La línea eléctrica llegó a funcionar aceptablemente en su primer tra-mo entre Madrid y Aranjuez, pero al querer ampliarla hasta Cádiz se encon-tró con numerosas dificultades, por lo que se decidió optar finalmente por la telegrafía óptica, mucho más segura. Para ello contó de nuevo con su amigo Bréguet, aunque por motivos aún no esclarecidos (no será la última vez que el «misterio» oscurezca el progreso de las telecomunicaciones en España), dicha línea nunca se terminó, y parece ser que solo se pudo emplear el tramo Madrid-Aranjuez, inaugurado en agosto de 1800, aunque durante el gobier-no de Godoy sería desmontado. 4  Real Orden de 17 de febrero de 1799. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2013, pp. 91-136. ISSN: 0482-5748


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