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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 127

LA ÚLTIMA MISIÓN DE LA FRAGATA NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES vería reconocido su derecho a usar los puertos españoles (27), en lugar de la ayuda en buques y tropas pactada en 1796. Era el precio impuesto por Napoleón a la neutralidad española, y España, en un intento de compensación, presionada por Inglaterra accedió a abrir sus fondeaderos a los británicos y a suspender los armamentos y aprestos navales. Aun así, Gran Bretaña continuó su política de hostigamiento al tráfico marítimo español, iniciada con anterioridad a estos acuerdos y causante de las detenciones o apresamientos de las goletas Amalia y San José, la corbeta Urquijo, los bergantines Riesgo, Nuestra Señora del Carmen, Prueba… Así que, cuando en mayo de 1804 volvió a asumir las funciones de primer ministro, cargo que había dejado en 1801, William Pitt decidió acometer una acción más contundente contra los españoles. En sus memorias, Godoy recuerda que él interpretó este regreso de Pitt como el preanuncio de una nueva guerra: «Cuando Pitt volvió a su antiguo puesto, vi el fin de nuestra paz, tan a duras penas mantenida cuando volvieron a enredarse la Francia y la Inglaterra (…) Pitt resolvió la guerra, y para encaminar este propósito, se comenzó a alegar y a pretender por parte de Inglaterra, que la neutralidad de España no era igual entre las dos potencias, puesto que la Francia recibía un subsidio nuestro» (28). Utilizando la información suministrada por su diplomacia en España, el Almirantazgo preparó en septiembre de 1804 un plan para apresar la flotilla que regresaba con caudales de América. El comodoro sir Graham Moore, procedente de la flota de Brest (29), la esperó en el cabo de Santa María con una fuerza aparentemente equivalente, para que los españoles tuvieran que presentar combate, como les prescribía la mencionada Ordenanza de 1802 y, en consecuencia, el botín que se pretendía obtener fuera considerado «buena presa» (30). Pero, apariencias al margen, lo cierto era que la fuerza británica superaba con creces a la española tanto en artillería como en adiestramiento de las dotaciones. Bustamante reseñó esta diferencia en su parte de guerra, firmado el 20 de octubre de 1804 en Plymouth, adonde la Medea y la Clara habían sido conducidas por las inglesas Indefatigable y Amphion. En él señaló que la capitana británica, la Indefatigable, era un navío rebajado que en otro tiempo había batido y hecho varar a otro francés de 74 cañones, y también que tiraba con cañones de a 24 y carronadas de a 42, servidas con llaves y por una marinería escogida e inteligente que acababa de salir de puerto» (31). Este párrafo sintetiza algunas de las graves deficiencias de que adolecía entonces la (27) Archivo Histórico Nacional, Estado 8461, exp. 2. Convenio de subsidios, celebrado en París el 19 de octubre de 1803. (28) GODOy, t. IV, pp. 27 y 33. El príncipe de la Paz afirma que el convenio, al que siempre se opuso, fue propuesto por el ministro Cevallos. Cfr. íDEM, t. III, pp. 305-307. (29) GARDINER, p. 29. (30) O’DONNELL, pp. 54-55. (31) BRAH, jPG 11/8305(75). Año 2014 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 35


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