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REVISTA GENERAL DE MARINA AGO SEP 2015

CENTENARIO DE LA CREACIóN DEL ARMA SUBMARINA la sEcN, cuyo principal socio era la firma británica vickers, vinculada con Electric boat, cuyos modelos Holland construía para los británicos. La quilla del B-2 se puso en agosto del mismo año. Todo parecía marchar sobre ruedas, pero la entrada de los Estados unidos en la Gran Guerra interrumpió la entrega de materiales, ocasionando un retraso de unos seis años, pues el último de la serie no se entregó hasta 1926. Después de dificultades burocráticas, pues el plazo de la Ley Miranda caducaba a los seis años y tras los informes del ya jefe del Arma, García de los Reyes, en los que se consideraban las opciones italianas y alemanas, se eligió de nuevo un Holland, el modelo 309- 0, que mejoraba en varios aspectos a la de los anteriores B. En inmersión desplazaban 1.142,6 toneladas, la velocidad y autonomía en superficie eran superiores, así como su cota máxima (87 metros) y el tiempo para hacer inmersión se había acortado al ser neumático el manejo de los kingstons y ventilaciones. sin embargo, por montar la misma batería de los B, con un 50 por 100 más de desplazamiento, eran inferiores en velocidad, autonomía y maniobrabilidad en inmersión. Pero en todo caso fueron unos barcos muy conseguidos, que se podían comparar ventajosamente con otros extranjeros similares de su clase. Las quillas fueron plantadas entre julio de 1923 y enero de 1925. su construcción duró cinco años, y el último, el C-6, se entregó a la Armada en septiembre de 1930. La serie D, un defectuoso diseño español siguiendo con el tema de la influencia norteamericana, también nos debemos referir a los únicos submarinos diseñados y construidos en España, por lo que más adelante comentaremos, y que, a trancas y barrancas, consiguieron figurar en la LObA. se trata de la clase D, diseñada por Áureo Fernández Ávila, director de la factoría de sEcN de cartagena, en cuyo astillero se construyeron a partir de 1932, por disposiciones de sucesivos gobiernos de la República, para paliar el paro en la citada factoría. La construcción, en la que surgieron multitud de problemas de todo tipo, se demoró, y al estallar la Guerra civil los tres seguían en gradas. Los trabajos se reanudaron en 1940, una decisión que la mayoría de los autores consideran errónea, tanto por su obsolescencia como por sus grandes deficiencias, entre ellas la de estabilidad, que constituía un serio peligro para las dotaciones. El primero entró en servicio en 1947, y el tercero, cuya construcción estuvo a punto de cancelarse por los problemas de los dos anteriores, fue entregado a la Armada en 1954. 264 Agosto-septiembre


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