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MEMORIAL INFANTERIA 69

ASPECTOS INSTITUCIONALES no se vivía, por lo que aceptábamos de buena gana el reto constante de tener que demostrar en el terreno de juego y en el campo de maniobras, que el tener tropa de reemplazo no era un hándicap para optar a combatir juntos y compartir misiones, sino todo lo contrario, motivo de estímulo y satisfacción para lograr resultados similares con diferentes estilos. Prueba de ello, eran las competiciones de atletismo y los campeonatos deportivomilitares, donde muchos de los trofeos se repartían prácticamente a la par y donde el afán por la victoria,suscitaba férreos marcajes y provocaba constantes disputas. Era tal la rivalidad en las competiciones, que cuando todos los reclutas de la Plaza tenían que pasar por el Tercio para facilitar una posible captación como futuros legionarios al día siguiente de su llegada,en Regulares los responsables de deportes, nos presentábamos en el cuartel nada más llegar del barco para interrogarles minuciosamente y poder detectar entre los destinados al grupo, atletas y deportistas con cualidades, posteriormente ocultarlos y justificar que no podrían subir al Tercio a la mañana siguiente al haber causado baja en el estadillo por motivos médicos.Todos los medios eran pocos para fortalecer nuestras opciones, y evitar reforzar su famosa Cía. DCC, también llamada “compañía de los deportistas”.Tal vez por amor a Regulares y de forma puntual, nos convertíamos en fieles seguidores de Nicolás Maquiavelo, cuando en su famoso libro de El Príncipe, justificaba los medios con el logro del fin, el poder. Competiciones locales de atletismo, 1995 Aunque los resultados deportivos dejaban poco margen a la fanfarronería, sin embargo en las maniobras tipo AGT, donde compartían avatares una bandera y un tabor,era un campo abonado para que surgieran piques entre Tras el periplo viajero a lo largo y ancho de nuestra piel de toro, más ocho horas de barco, el joven recluta llegaba al puerto de Melilla, con un cuerpo entumecido y una cara desencajada, que ni la música de la comandancia lograba aliviar.A partir de aquí, se ponía en marcha el plan de acogida con el objetivo de favorecer su progresiva adaptación a la vida militar, lo más duro estaba por empezar. Una primera semana sin salir del cuartel, hasta lograr que estuviera en condiciones de desenvolverse mínimamente en el estricto estilo militar y asimilar las precauciones y recomendaciones sobre la vida del soldado en Melilla.El trabajo duro no cesaba,orden cerrado a muerte, según se desgañitaba un mando le relevaba otro,no se paraba, la Jura estaba a la vuelta de la esquina y todos soñaban con la presencia de la familia, en no perder el paso en el momento crucial, pero sobre todo con la semana de permiso que la seguía.Todos recordaremos los fines de semana con Jura de bandera, la ciudad se impregnaba de color y vida con las visitas de tantas y tantas familias durante tantos y tantos reemplazos. Los restaurantes se quedaban cortos para satisfacer la demanda foránea, los padres en los bazares regateando para justificar el logro de la deseada ganga, mientras el joven recluta robaba el beso furtivo y anhelado de su novia ante la mirada aparentemente distraída y permisiva de la madre, todos ellos son recuerdos de los que solo han quedado historietas y símbolos, desde la clásica muñeca vestida de regulares corneta en mano, hasta la descolorida foto de la Jura presidiendo el salón de miles y miles de hogares, pasando por los jóvenes compañeros de nave que se convertirían para siempre en eternos amigos y por supuesto, los nombres imborrables de sus primeros mandos en Regulares.Jura de bandera en Rostrogordo, 1987 Tras el regreso del permiso, y quemar un primer ciclo biológico de metamorfosis, se convertían en regulares de pleno derecho, asumiendo lo que ello significaba.A pesar de ser regulares el Hermano Mayor del Tercio, y de poder presumir de bandera más encorbatada, de la historia mandos por reivindicar su hegemonía, agresiones verbales entre la tropa y finalmente, en caso de adversidad,el fácil y simplón recurso de llamarnos pistolos. Desde el comienzo de las maniobras, ya nos mirábamos de reojo en el puerto, con el reto de quien embarcaría las columnas de vehículos más rápido y con más orden, luego en 30


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