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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 115

LA TECNOLOGÍA AL SERVICIO DE LA TÁCTICA: EVOLUCIÓN... 233 de hacer tiro. De esta forma, sin el estorbo de los caballos, se podía seguir el ritmo de las operaciones de la infantería. En terreno practicable se requerían ocho artilleros para manejar la pieza de 4 y 8 libras, y once para la de 12; en terreno abrupto, once para la de 8 y quince para la de 12. En definitiva, para un ejército de 100 batallones (cerca de 100.000 hombres) se aconsejaba una artillería de 400 cañones y 24 obuses: 200 cañones de 4 libras en los batal-lones, 200 cañones de parque (50 de 4 libras, 100 de 8 libras y otros 50 de 12 libras) y un obús por cada 100 cañones. Una dotación de 150 disparos por pieza era considerada suficiente para una batalla, aunque los cañones de 8 y de 12 llevaban armones con capacidad para 200 disparos. Esta profunda reforma no estuvo exenta de críticas. Los partidarios de la antigua artillería y de las soluciones de Vallière (conocidos como los rouges) basaron su defensa en las experiencias negativas que se sucedieron con el nuevo material, en especial, las pruebas llevadas a cabo en Douai en 1772. La artillería moderna (defendida por los bleus) sembraba dudas en cuanto a la solidez del material, además de perder hasta una tercera parte del alcance que tenía la antigua. Al disminuir la longitud de los tubos se podía llegar a perder también algo de precisión en el tiro, mientras que el menor espesor de los metales producía un calentamiento más temprano de la boca de fuego y el triple de retroceso en el momento del disparo. Los rouges consideraban que la antigua artillería, que no hacía distinción entre cañones de campaña y de sitio, daba buenos resultados para el tipo de gue-rra habitual, basada fundamentalmente en operaciones de cerco y acciones estáticas23. Los bleus, en cambio, estaban convencidos de que un alcance de 1.000 metros era más que suficiente, que la movilidad de la artillería debía primar sobre cualquier otra consideración y que los nuevos modelos eran idóneos para poder desarrollar la táctica que ya practicaban prusianos y aus-triacos, el embrión de la gran táctica de época napoleónica24. La pugna entre estas dos tendencias tuvo también su reflejo en otros países europeos. En España, por ejemplo, sirvió para impulsar en la década de 1770 las experiencias artilleras en Barcelona, Sevilla y Segovia, probán-dose a conciencia los alcances de los materiales, sus resistencias y las cargas idóneas de pólvora. Estas pruebas, unidas a los informes positivos de las comisiones enviadas al extranjero con misión, entre otras, de espionaje in- 23  Vid. VALLIÈRE, Louis-Florent: «Mémoire touchant la supériorité des Pièces d’Artil-lerie longues et solides, sur les Pièces courtes et légères», en Histoire de l’Académie Royale des Sciences (Année 1772 - Seconde Partie). Imprimerie Royale. París, 1776, pp. 77-114. 24  Vid. DU TEIL, Jean: De l’usage de l’Artillerie nouvelle dans la guerre de campagne. Marchal. Metz, 1778. Revista de Historia Militar, 115 (2014), pp. 219-250. ISSN: 0482-5748


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