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RHM EXTRA ANIVERSARIO 2ª PARTE QUIJOTE

SOBRE EL PRÓLOGO DE LA SEGUNDA PARTE DE EL QUIJOTE 17 Pues en verdad que no te he dar este contento, que puesto que los agravios despiertan la cólera en los más humildes pechos, en el mío ha de padecer excepción esta regla. Quisieras tú que lo diera11 del asno, del mentecato y del atrevido; pero no me pasa por el pensamiento: castígue-le su pecado, con su pan se lo coma y allá se lo haya. Se presenta así como superior al ataque sufrido y, aunque cualquiera montaría en cólera, él lo desprecia sin violencia calificando al falso autor de asno, mentecato y atrevido, es decir, de persona ignorante y de vil com-portamiento, falto de juicio e imprudente, condiciones que le anulan como interlocutor válido, para añadir tres frases proverbiales: castíguele su peca-do, con su pan se lo coma y allá se lo haya, indicativas del desinterés que le produce semejante escritor. Américo Castro subraya la importancia de estas expresiones, pues a Cervantes: “fácil le habría sido reprocharle muchos as-pectos desagradables o artísticamente infecundos, dentro del Quijote apócri-fo. No lo hizo, y se limitó a una digna admonición: “castíguele su pecado, con su pan se lo coma y allá se lo haya”12. Cervantes, en cambio, se ve obligado a responder a las difamaciones e insultos que atentan a la esencia de su profesión militar de la que, con razón, se vanaglorió en sus escritos13. Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco, como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros … y hase de advertir que no se escribe con las canas, sino con el entendimiento, el cual suele mejorarse con los años. 11  .- lo diera: lo dijera, lo llamara. 12  CASTRO, Américo: “Los prólogos al Quijote”, 2002, pág. 538. 13  En el prólogo al Quijote apócrifo Avellaneda dice: “… No le parecerán a él lo son las razones de esta historia, que se prosigue con la autoridad que él la comenzó, y con la copia de fieles rela-ciones que a su mano llegaron; y digo mano, pues confiesa de sí que tiene sola una, y hablando tanto de todos, hemos de decir de él que, como soldado tan viejo en años cuanto mozo en bríos, tiene más lengua que manos” (I, pág. 8).Todas las citas proceden de la edición de Alonso Fer-nández de Avellaneda de Martín de Riquer (1972). Esta referencia se debe a que Cervantes en el prólogo de las Novelas ejemplares, en 1613, al realizar su descripción escribe: “… Fue solda-do muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria” (pág. 16). Antes Cervantes ya se había referido a su participación en la batalla de Lepanto en la primera parte del Quijote, (cap. XXXIX): “Digo, en fin, que yo me hallé en aquella felicísima jornada”. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2015, pp. 13-36. ISSN: 0482-5748


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