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RHM EXTRA ANIVERSARIO 2ª PARTE QUIJOTE

94 FRANCISCO RAMOS OLIVER difícil, muy pocos son los premiados y, en cualquier caso, siempre menos que las bajas en combate. Y por si fuera poco clara toda esta brillante disertación sobre la pre-paración intelectual, el sacrificio, la abnegación, el espíritu de servicio, la generosidad y el valor inherentes a la milicia, establece la importancia de la cohesión y la disciplina como base de la más alta virtud, el heroísmo, que hace que los hombres de armas sean capaces de relevarse los unos a los otros hasta el límite de sus fuerzas en el transcurso del combate, convirtiéndose al fin en un solo hombre incansable que lucha hasta morir si es necesario: “Apenas uno ha caído donde no se podrá levantar hasta la fin del mundo, cuando otro ocupa su mesmo lugar; y si éste también cae en el mar, que como a enemigo le aguarda, uno y otro le sucede, sin dar tiempo al tiempo de sus muertes: valentía y atrevimiento el mayor que se puede hallar en todos los trances de la guerra”. En estos párrafos sí que hay, de forma más o menos velada, una refe-rencia a una concepción colectiva y solidaria de los ejércitos como organi-zaciones jerarquizadas y disciplinadas, en los que Cervantes exterioriza las virtudes –los principios éticos– que adornan al que se entrega al servicio de las armas, al caballero andante, pero sometiéndolas a la consecución de un supremo bien: la paz. Las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas, lo expresan así: “El militar dará primacía a los principios éticos que respon-den a una exigencia de la que hará norma de vida. De esta forma contri-buirá a la fortaleza de las Fuerzas Armadas, garantía de paz y seguridad.” (Reales Ordenanzas, 2009, 15). En efecto, don Quijote afirma que el fin de las armas “tiene por objeto y fin la paz, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida (…) esta paz es el verdadero fin de la guerra; que lo mesmo es decir armas que guerra”. Las Reales Ordenanzas (1978, 5) expresan esta idea en la for-ma siguiente: “Los ejércitos estarán constantemente dispuestos para afron-tar situaciones de guerra, persuadidos de que son un medio eficaz para evitarla. Su fortaleza material y espiritual es garantía de paz y seguridad”. Continua D. Quijote: “Porque con las armas se defienden las repú-blicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de corsarios y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus privilegios y de sus fuerzas.” De nuevo una justificación de la necesidad de los ejércitos y de la defensa como medios para alcanzar y mantener la paz, entendida como la estabilidad y seguridad de un orden justo, como obra de la justicia. Don Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2015, pp. 85-102. ISSN: 0482-5748


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