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RHM EXTRA ANIVERSARIO 2ª PARTE QUIJOTE

EL SERVICIO DE LAS ARMAS EN EL QUIJOTE 97 nentemente defensivo - y el derecho de gentes, con lo que claramente hace extensiva la virtud individual del caballero andante a la social de los ejér-citos: “Yo, señores míos, soy caballero andante, cuyo ejercicio es el de las armas, y cuya profesión la de favorecer a los necesitados de favor y acudir a los menesterosos... los varones prudentes, las repúblicas bien concerta-das, por cuatro cosas han de tomar las armas y desenvainar las espadas, y poner a riesgo sus personas, vidas y haciendas; la primera por defender la fe católica; la segunda, por defender su vida, que es de ley natural y divi-na; la tercera, en defensa de su honra, de su familia y hacienda; la cuarta, en defensa de su rey, en la guerra justa, y si quisiéramos añadir la quinta que se puede contar por segunda, es en defensa de su patria. A estas cinco causas, como capitales, se pueden agregar algunas otras que sean justas y razonables, y que obliguen a tomar las armas; pero tomarlas por niñerías y por cosa que antes son de risa y pasatiempo que de afrenta, parece que quien las toma carece de todo razonable discurso; cuanto más que el tomar venganza injusta, que justa no puede haber alguna que lo sea, va derecha-mente contra la santa ley que profesamos, en la cual se nos manda que hagamos bien a nuestros enemigos y que amemos a los que nos aborrecen; mandamiento que, aunque parece algo dificultoso de cumplir, no lo es sino para aquellos que tienen menos de Dios que del mundo y más de carne que de espíritu.” (XXVII, II). En el párrafo extractado se nos manifiesta Cervantes, por boca de D. Quijote, como un fiel defensor del ideal de la Monarquía Católica, al poner en primer lugar la fe católica, pero también como abanderado de los valores éticos y morales cristianos: condena de la venganza y exaltación del amor al prójimo, es decir, de la caridad, virtud de la que es efecto la paz según la doctrina cristiana. Y de nuevo la dimensión ética de D. Quijote, la ética de la solidaridad, siempre presente, pero ahora cobra forma la dimensión moral que se viene perfilando desde los párrafos anteriores. El caballero andante, al igual que los ejércitos, tienen como función defender a la sociedad de sus amenazas y su deber es preservarla contra aquellos que la pongan en peligro. En “El Quijote” los aspectos éticos y morales se entremezclan y son inseparables. Conforme a la naturaleza social del hombre, el bien de cada cual está necesariamente relacionado con el bien común, que supone el respeto a la persona en cuanto tal, exige el bienestar social e implica la paz, es decir, la estabilidad y la seguridad de un orden justo. La preservación del bien común de la sociedad exige neutralizar al agresor; es lícito el derecho de rechazar por medio de las armas a los agresores de la sociedad. El bien común funda-menta el derecho a la legítima defensa. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2015, pp. 85-102. ISSN: 0482-5748


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