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Submarinos, embarqué en el submarino S-31 como Segundo Comandante, y en 1966 tomé el mando del mismo submarino. La incorporación de esta nueva unidad supuso una mejora en la eficacia del arma submarina al estar equipado con snorkel, radar, sonar y receptor de contramedidas electrónicas. El snorkel permitía la navegación en completa inmersión, propulsado por los motores térmicos; es decir, con ahorro de las baterías eléctricas y con la ventaja de no ser detectado por los buques de escolta. Su adquisición suponía una mejora de nuestra arma submarina y además resultaba muy valioso para el entrenamiento de las fuerzas de superficie; podía atravesar una cortina antisubmarina mediante la maniobra de presentar la minima pantalla al escolta más cercano y, a su vez, el Comandante desde el periscopio de ataque permanecía con su vista puesta sobre este escolta, que en caso de pasar en su sonar a emitir en escala corta, indicando que acababa de detectar al submarino, reaccionaba lanzando sus torpedos sobre él. Con la incorporación en 1959 de uno de los mejores submarinos de la Armada Española, la fuerza de superficie experimentó un avance operativo especialmente en la táctica antisubmarina, con ejercicios frecuentes de alto nivel, en los que cambió la estrategia del arma submarina, pasando a ser otra vez lobos y ovejas contra los mercantes que navegaban protegidos dentro de un convoy. La Armada pasó a utilizar la táctica agresiva de la OTAN, contando con los manuales tácticos conseguidos por oficiales de la Armada durante sus periodos de embarque en unidades de la VI Flota norteamericana, a pesar de no pertenecer España al Tratado Aliado, lo que se consiguió en el año 1982, a partir del cual se nos abrieron todas las fuentes de información. Otra mejora táctica fue el empleo coordinado con la aviación de patrulla marítima, dando lugar al empleo de sonoboyas como detectores y al establecimiento de barreras antisubmarinas con carácter permanente. Esto potenció estratégicamente a la Armada, dada su aplicación en aguas de Gibraltar, por lo que se experimentó la eficacia de esas barreras montando ejercicios como los denominados Tapón, cuyo objetivo era el de establecer ambas barreras a levante y poniente del Estrecho en combinación con una fuerza naval de superficie que, de este modo, podía localizar y atacar a una fuerza submarina adversaria que intentase cruzarlo; es decir, con el objetivo importante de controlar las aguas de esa zona. No olvidemos que estábamos en plena guerra fría en contra de la URSS. Otros ejercicios tácticos consistían en el empleo de los submarinos para establecer campos de minas ofensivos, así como formar parte de la fuerza avanzada en las operaciones anfibias. Las patrullas que preceptivamente y de una manera constante se efectuaban en las proximidades de las costas potencialmente adversarias fue otro de los cometidos que supusieron un avance operativo del arma submarina, consiguiendo información valiosa. La duración normal de la patrulla era de un mes. Durante todo ese tiempo el S-31 desarrolló una actividad operativa intensa y variada a base de ejercicios antisubmarinos con diversos buques de la flota, así como con unidades de la Marina francesa en aguas de Tolón, y de Lorient, y de la Marina británica en aguas del Mar de Alborán, realizando ejercicios avanzados preceptivos de la OTAN. Puede decirse que se efectuaron maniobras con casi todos los buques de la flota y que culminaron con entradas reiteradas en Ceuta, Melilla, Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife en maniobras que llevaban consigo ataques a un convoy protegido por Escoltas de la Armada. En noviembre de 1964 cesé como 2.º Comandante del S-31, volviendo a dicho submarino, como Comandante, de julio de 1967 hasta septiembre de 1968. Inicié el mando en el ejercicio Farón III entre la flota francesa del Mediterráneo, representada por una escuadrilla de destructores y el submarino Venus, y la Flota Española, representada por la 21.ª escuadrilla de destructores, el destructor Oquendo y el buque petrolero Teide, efectuando con éxito el ataque a los destructores franceses fondeados en la Bahía de Alcudia. Fue una época de gran actividad, y recuerdo que en cierta ocasión, comentando con mi mujer unos días de ejercicios intensos que me esperaban en los que el S-31 era el único adversario de la flota, uno de mis hijos, hoy Capitán de Fragata, me preguntó: papá, ¿es que en la Marina no tienes amigos que te defiendan? AÑOS 70 En 1968 y en virtud del primer programa naval, comienza la construcción del Delfín (S-61), primero de una serie de cuatro modernos submarinos de patente francesa de la clase Daphne para paliar la escasez de submarinos. El Delfín (S-61) y el Tonina (S-62) entraron en servicio en 1972, y en 1975 el Marsopa (S-63) y el Narval (S-64), siendo dados de baja los cuatro entre el 2003 y 2006 Siguiendo con los proyectos franceses, el segundo programa naval contemplaba en 1974 la construcción de dos submarinos de la clase Agosta, ampliándose este número posteriormente a cuatro. En 1983 entraron en servicio los dos primeros buques de esta serie, el Galerna (S-71) y el Siroco (S-72). En 1985 el Mistral (S-73) y en 1986 el BIP 57 USS Balao, S-31 «Almirante García de los Reyes».


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