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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2014

144 JUAN LUIS SÁNCHEZ MARTÍN Pero, aunque el cargo pudiera haberle costado la expulsión del Ejército real, en modo alguno justificaba su ingreso en prisión, siendo lo cierto que fue allí donde acabó dando. El coronel de Artillería D. Joaquín de Góngora halló en 1822, en el archivo de la Alcaidía del Alcázar de Segovia, la orden de su ingreso en aquella prisión, que databa de 1713. Lamentablemente, no tomó nota ni de su fecha, ni de quien la ordenaba o firmaba, ni de ninguna otra reseña que pudiera contener, que ya no podrán conocerse porque dicho Archivo se que-mó en 1862. Quizá tuviera origen en una querella interpuesta por los consejeros de Estado, cuyo honor había sido maltratado y menoscabado por Pons. Habría tenido que dirimirse en el propio Consejo de Estado, pero el fuero militar que gozaba Pons obligaba a desviarla al de Guerra, donde se acumularon sus causas y de donde debió de partir la orden para su ingreso en la llamada torre de D. Juan II del Alcázar segoviano, por agosto o septiembre de aquel año. En todo caso, cuando falleció en la misma torre y estancia el también tenien-te general D. Valero Fernández de Heredia (5.XII.1713), ya se hallaba allí. Tampoco sabemos cuándo salió, ni cómo se resolvieron sus dos causas judiciales, aunque no perdió su condición de militar, ni su graduación, sien-do perdonado finalmente por un Felipe V dichoso por el fin de la guerra, a la par que desdichado por la pérdida de su amada María Gabriela de Saboya. Creo que, como muy tarde, debió de abandonar el Alcázar tras la caída de Barcelona, pero quizá hasta antes, pues en julio de 1714, cuando deserta de Barcelona el general austracista Juan Bautista Martí, «va mantenir co-rrespondència amb el tinent general borbònic Miquel Pons de Mendoza i el marquès de Rupit, un altre dels aristòcrates partidaris de Felip V que havia sortit de Catalunya el 1709».145 Aunque Martí pudo haber escrito a Pons al Alcázar, supuesto que no tuviera prohibida la correspondencia –caso de otros presos a los que no lle-gaban cartas ni de padres ni esposa–, ¿qué sentido hubiera tenido escribir a quien, privado de libertad, no podía mover ninguno de los hilos que supo-nemos interesaban a Martí, con quien no le unía ni parentesco ni amistad? Luego cabe que hubiera salido antes. Lo que tengo para mí es que, aunque perdonado formalmente, no lo fue francamente. El desfavor del rey se hizo notar en sus cinco años de postra-ción como teniente de comandante general de Extremadura –segundo cabo, se llamó después–, para el que fue nombrado en Buen Retiro, el 10 de marzo 145  MOLAS RIBALTA, Pere: «Família, amics i canvis en la Guerra de Successió», en Pedral-bes, núm. 28, 2008, pág. 278. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2014, pp. 87-148. ISSN: 0482-5748


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