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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2014

MIGUEL PONS DE MENDOZA «EL RESUCITADO». UN JOVEN... 145 de 1715,146 un período en el que se sucederían tres comandantes generales, todos ellos tenientes generales de los reales ejércitos, como él, aunque de mayor antigüedad: 1) Claudio Abraham de Tubières (Versalles, 1674-Valencia, 1759), mar-qués de Caylus, teniente general desde el 1.VI.1709, nombrado para el cargo el 10.III.1715. Regresó en junio de aquel mismo año a Francia, llamado por el regente duque de Orléans para instar su rehabilitación en aquel reino, del que había huido en 1697 por haber dado muerte en un desafío al conde d’Auvergne. A su vuelta a España recibió el gobierno de Zaragoza, pasando en 1718 a la comandancia general de Galicia. Recibió otros importantes cargos y honores, como el collar del Toisón de Oro, llegando a ser el decano de los capitanes generales de España. 2) Juan Antonio Hurtado de Amézaga y Unzaga (Bilbao, 1664–Badajoz, 1716), Caballero de Santiago y comendador de Oreja, teniente general des-de 1.II.1711, nombrado para el cargo en julio de 1715. Falleció en Badajoz el 11.XI.1716. 3) Marcelo de Ceva Grimaldi (Nápoles, 1665 - Ídem, 1725), duque de Telese, teniente general desde 9.V.1705, caballero del Toisón de Oro (1709), nombrado para el cargo en abril de 1717, del que tomó posesión el 6 de mayo siguiente. A finales de 1720 marchó a Nápoles con licencia, pero en Roma devolvió el collar del Toisón y no volvió a servir al rey de España, porque prefirió posesionarse del ducado de Telese, cerca de Benevento, que había heredado, por lo que hubo de jurar fidelidad al emperador Carlos VI, otrora archiduque pretendiente al trono español. Don Miguel fue comandante general accidental en tres ocasiones, aun-que todas ellas de corta duración. A pesar de su juventud –cumplió 40 años a finales de diciembre de 1717)– y probada experiencia y valor, no fue llama-do ni para la expedición que tomó las islas de Córcega y Sicilia (1718-19), a las que asistió su antiguo subordinado Crofton, ni tampoco para acudir a la defensa de Cataluña o Guipúzcoa, invadidas por Francia en 1719, o de Galicia en octubre del mismo año, esta amenazada por una poderosa flota británica. Quizá ese olvido, ese nuevo síntoma de postergación, impulsara su anhelo de volver a servir en campaña, un empeño al que ligaría su últi-mo año de vida. De no habérsele cruzado esa idea por la mente, Felipe V no habría tenido más remedio que acabar por darle la comandancia general de Extremadura, u otro gobierno provincial importante, porque en 1719 ya no había más que una docena de tenientes generales precediéndole en el 146  REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA, Catálogo de la Colección Pellicer, antes denomi-nada Grandezas de España, tomo III, Madrid, 1958, pág. 74. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2014, pp. 87-148. ISSN: 0482-5748


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