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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2014

80 ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ Por su parte, el Cuerpo de Dragones en 1732 estaba compuesto por 10 regimientos, cada uno de ellos con 12 compañías de un número de plazas oscilante desde las 32 a las 40, oficiales aparte. En 1733 se creó uno re-gimiento nuevo, llamado de la Reina, con lo que los efectivos totales del cuerpo eran 5.300 dragones. La Artillería ni iba a estar ajena a la actividad reformista y será objeto de una doble atención: por un lado, se procura ra-cionalizar el mando para acabar con las rivalidades entre el estado mayor y el regimiento, resolviéndose la cuestión con el nombramiento del conde de Mariani como inspector general de la Artillería con mando sobre ambos elementos; por otro, se elevan los efectivos, pues los 1.560 artilleros de 1721 son ya 1.720 en 1737 y los 112 oficiales de 1728 son 140 en 1741. También crecieron en efectivos los ingenieros, que pasaron de 129 a 140, según se determinó en 30 de noviembre de 1736. En cuanto a los Inváli-dos, en 1732, la real orden de 7 de junio establecía cuatro regimientos (que debían residir en Castilla, Galicia, Andalucía y Valencia), con 2 batallones de 6 compañías cada uno. Las Milicias Hasta 1704 no llegaría auténticamente la nueva reglamentación para las Milicias Provinciales, de impronta francesa como hemos dicho, que tenía presentes los últimos proyectos del reinado de Carlos II (planes de 1693 y 1696) y que se estableció teniendo en cuenta el proyecto presentado por el marqués de Canales, aecretario del Despacho de Guerra, quien recibió el encargo de elaborar un plan para levantar 100 regimientos con 50.000 hombres, según la planta de 1696 y que acudieran a apoyar las tropas del ejército. El reglamento, publicado por Real Cédula de 8 de febrero de 1704, ordenaba levantarlos en las 17 provincias de Castilla (las vascas quedaban excluidas y en la corona de Aragón, rebelde, no tenía sentido pretender orga-nizarlas). En conjunto, las milicias no significaron gran cosa en el conflicto sucesorio y aunque vuelven a pasar a primer plano a consecuencia de la política de Alberoni en 1719 y del ataque a Gibraltar en 1727, no se va a lograr nada realmente significativo, porque faltaba «la decisión necesaria para vencer las resistencias locales y porque el reclutamiento de la milicia seguía respondiendo a necesidades coyunturales en lugar de responder a un plan sistemáticos de reserva militar»37. 37  CONTRERAS GAY, José: Las milicias provinciales en el siglo XVIII. Instituto de Estudios Almerienses, Almería, 1993, pág. 21. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2014, pp. 55-86. ISSN: 0482-5748


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