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1057 identificables como propensos a respetar el statu quo) a ser, pese a las apariencias antes señaladas, puramente reactivos23. La misma conclusión se puede plantear en términos algo más académicos, considerando que los EE.UU., (e insistimos de nuevo, también otros Estados occidentales) estarían abusando de presupuestos funcionalistas (vinculadas al institucionalismo liberal predominante a día de hoy entre los expertos en relaciones internacionales) sin querer aceptar que otros actores aplican criterios constructivistas que, al menos en cuanto se refiera a su impacto demostrado, deberían poder ser contestadas del mismo modo. ¿Qué es la Gray Zone? Hacia un concepto de Gray Zone Nuestro punto de partida es la confirmación, por la vía de los hechos, de la presencia de dinámicas de conflicto alejadas de las guerras convencionales que, a su vez, no se limitan a las acciones propias de las HW, sino que incluyen medidas que ni siquiera contemplan el empleo de la fuerza armada. Medidas que, a pesar de este último dato, difícilmente pueden quedar integradas en la lógica de la bona fide que rige en el derecho internacional y en las relaciones internacionales en tiempo de paz. Por lo tanto, en una primera aproximación, ampliamente consensuada entre los expertos, la Gray Zone se explica a sensu contrario, es decir, como un conjunto de actitudes, instrumentos y estrategias que no son ni «White» (paz, de acuerdo con la citada bona fide) ni «Black» (guerra abierta, híbrida o convencional). Este planteamiento logra, además, resolver el inconveniente de las tesis binarias denunciadas por Mazarr y Freier, entre otros (vid. supra). Aunque aún haya que definir con más detalle la GZ, de esta manera al menos se asegura la entrada en la agenda de este espacio intermedio. A modo tentativo y a modo de primera hipótesis, la GZ podría ser considerada como una variante sui generis de la HW. Cuanto menos en el sentido de que la GZ se añade a una tendencia a la creciente «hibridación» de los riesgos, de las amenazas o hasta de los conflictos que ya han estallado. Ambos conceptos tendrían cosas en común, caso del alejamiento de las guerras convencionales como instrumento de política exterior de los Estados. Esa intuición es válida, al menos a modo de diseño de trazo grueso (que más adelante puliremos) hasta el punto de que en algunos textos podemos 23 Vid. por su contundencia, Schadlow, op. cit. p. 1. bie3 ,ĂĐŝĂƵŶĂĚĞĨŝŶŝĐŝſŶĚĞůĐŽŶĐĞƉƚŽͨ'ƌĂLJŽŶĞͩ;'Ϳ :ŽƐĞƉĂƋƵĠƐYƵĞƐĂĚĂ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞ/ŶǀĞƐƚŝŐĂĐŝſŶ ϬϮͬϮϬϭϳ ϭϯ


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