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141 A medida que se diversifica la composición étnica de las ciudades sirias y se hacen más sofisticadas, las diferencias socioeconómicas entre los habitantes de la ciudad, aldeanos y nómadas del desierto se agudizaron. La desigual difusión de las religiones conquistadoras y proselitistas y las herejías y cismas en la región, ha producido facciones antagónicas, que florecieron en las ciudades, pero se fragmentaron y sobrevivieron solo en las montañas. La idea de la existencia de tolerancia religiosa en la región es una distorsión inquietante: «La comunidad religiosa auto-administrada como base de la organización social se remonta a la historia de Siria. El islam reforzó esta institución... La combinación de la política con las diferencias religiosas produjo facciones y conflictos que hicieron que una comunidad se volviera contra otra. También creó verdaderas teocracias sacerdotales que hicieron de la política un asunto de los jefes de los clanes e impidieron a los individuos adquirir derechos políticos y cumplir una función apolítica. La especialización de la función económica a lo largo de las líneas religiosas fortaleció la identidad particularista y las tendencias de cada comunidad»12. El islamismo en Siria sigue unas pautas similares a las de Egipto. Sus raíces se encuentran en la salafiyya iniciada por Jamal al-Din al-Afghani, Mohamed Abdú y su heredero más conservador, el sirio Rashid Rida (considerado el padre del salafismo moderno), que transformó la forma en que los musulmanes percibían el islam, liberando al islam de la visión dominante tradicional de jueces y ulemas, retornando a los orígenes. En su conjunto, es un movimiento antioccidental que promovía el panislamismo13. bie3 ^ŽďƌĞůĂƐƌĂşĐĞƐĚĞůƉƌŽďůĞŵĂƐŝƌŝŽ͗ƉĂƌƚĞ//͕ůĂĐŽŶĨƌŽŶƚĂĐŝſŶĞŶƚƌĞŶĂĐŝŽŶĂůŝƐŵŽ ĞŝƐůĂŵŝƐŵŽĞŶ^ŝƌŝĂ ŵŝůŝŽ^ĄŶĐŚĞnjĚĞZŽũĂƐşĂnj ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞŶĄůŝƐŝƐ ϮϲͬϮϬϭϳ ϳ Como recoge Rida (1866-1935) en su exegesis publicada en al-Manar: «Aquellos gobernantes musulmanes que hoy introducen leyes nuevas y abandonan la Saría ordenada por Dios… así abolen castigos “desagradables” como cortar las manos a los ladrones, o lapidar a las adulteras y prostitutas. Ellos reemplazan estos castigos por otros diseñados por el hombre. Aquel que hiciera esto, será de forma innegable un infiel»14. 12 KESSLER, M. N. Syria : fragile mosaic of power. Washington. National Defense University Press. 1987. 13 KENNEY, J. Muslim Rebels: Kharijites and the Politics of Extremism in Egypt. Nueva York. Oxford University Press. 2006, pp. 74-5 14 SIVAN, E. Radical Islam: Medieval Theology and Modern Politics. New Haven. Yale Univ Press. 1995.


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