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MEMORIAL ARTILLERIA 174-1

MEMORIAL ARTILLERíA, nº 174/1 - Junio de 2018 de retener y en qué es necesario evolucionar. Nosotros no lo estamos haciendo mal, pero se puede hacer mejor. Es necesario encontrar un delicado equilibrio; y muchas veces la prisa, los intereses creados o todo tipo de presiones hacen que no se escuche a todas las partes implicadas en el cambio. Una lección que aprendí aquí, en Segovia, y que después ha sido una de las claves del éxito en mi trabajo actual como gestor del programa de adaptación de la estructura de mandos de la OTAN. A estas alturas de mi vida, después de pasar por una trayectoria profesional tí-pica (de teniente empiezas con la técnica, de capitán a teniente coronel te centras en la táctica, y después en la gestión), lo que de verdad he aprendido a hacer es gestión del cambio. Dice Platón en el Cratilo, refiriéndo-se a Heráclito de Éfeso, que un hombre no puede bañarse dos veces en el mismo rio. O en romance vulgar: camarón que se duerme, la corriente se lo lleva. Ante el cambio caben tres actitudes: oponerse al cambio, y entonces te pasa por encima y te revuelca; convivir con el cam-bio de la mejor manera posible; o tratar de liderarlo. Liderar el cambio es muy difí-cil en las Fuerzas Armadas porque los que tienen el poder para hacerlo ya no están, generalmente, en edad de diseñar nuevas y brillantes ideas; y nuestros jóvenes ofi-ciales carecen de la autoridad para im-poner los cambios que pudieran estimar oportunos. Esto no es en absoluto una crí-tica, es solo la constatación de una reali-dad. De manera que lo único que podemos hacer estratar de convivir con el cambio de la mejor manera posible. Para ello debe-mos estar muy atentos a las señales. Dice el profesor Pinillos, en un en-sayo que para mí es de cabecera, que la edad contemporánea no existe, y que ac-tualmente estamos pasando de la edad moderna a la posmodernidad, o a la ultra-modernidad, o a lo que queramos llamar-lo. La razón es que los cambios pueden ser, por su propia esencia, evolutivos o revolucionarios. En el momento presen-te, entendiendo por tal más o menos lo que ha sido mi vida, el cambio es revolu-cionario en lo político, empezando por la caída del muro de Berlín y siguiendo has-ta el momento presente donde el populis-mo rampante amenaza con hacer caer la democracia que tanto trabajo nos ha cos-tado crear. Es revolucionario en lo social, porque la incorporación de la mujer al trabajo,la revolución sexual e Internet han creado un nuevo modelo de relaciones sin parangón en la historia. Es revolucionario en lo económico, porque la globalización y el desmedido peso del sector servicios, especialmente los financieros, han venido a cambiar de manera sobresaliente las re-glas del juego.Es revolucionario, finalmen-te, en lo militar, porque en el paradigma de la guerra total, se ha pasado de la se-guridad fuerte, a una seguridad coopera-tiva amenazada por actores estatales y no estatales, que emplean medios asimétricos para alcanzar sus fines. La guerra híbrida está aquí hace tiempo y amenaza con que-darse una larga temporada. Este es el te-rreno en el que nos movemos. En estas circunstancias, la Artillería, que nació como Arma al principio de la Edad Moderna, y que ha visto su auge du-rante la edad industrial, debe plantearse qué hacer de cara a un futuro postmo-derno y post-industrial. ¿Debe la Artille-ría seguir haciendo las mismas cosas que hemos venido haciendo durante los últi-mos 250 años, o debemos pensar cómo debemos adaptarnos a los nuevos re-tos a los que nos enfrentamos? No tengo respuestas, solo la sensación de que de-bemos preparar a nuestros futuros hom-bres y mujeres para que se hagan cargo de encontrarlas, de la manera más efi-ciente posible, por el bien de la seguridad de todos los españoles. 16Entrega del Premio Daoíz


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