EL BAUTISMO DE FUEGO DEL PRIMER TANQUE - Fernando Facenda Fernández comandante de Caballería

MEMORIAL DE CABALLERIA 73

Empleo Táctico y Operaciones Orgánica y Materiales Noticias del Arma Varios Historia 115 HISTORIA El reglamento de 1803 articulaba la Caballería española en 12 regimientos de línea y 12 de li-gera; éstos, a su vez, divididos en seis de húsares y otros tantos de cazadores. Aparece, por tanto, un nuevo instituto, el de cazadores. Según Bardin, su origen se debe a la creación por Federico II de Prusia de unos cuerpos especiales formados por la reunión de los guardas forestales de sus dominios en 1740. El fin era conseguir unidades de tiradores selectos. Al adoptar estas unidades, tanto de Caballería como de Infantería, el emblema del cuerno de caza, recibieron el nombre de cazadores. En España, paradójicamente, este instituto llegó por influencia francesa. En general, la Caballería en el orden de batalla se articulaba en pesada o gruesa, para actuar en reserva, y de línea, situada a los flancos de la Infantería, aunque en realidad la cada vez mayor importancia del choque hizo aproximarse ambas especialidades; ambas disponían de caballos pode-rosos en peso y alzada y utilizaban formaciones macizas, de hileras y filas apretadas. Realizaban la carga al galope con su sable recto para herir de punta. Por el contrario, la Caballería ligera utilizaba caballos ágiles y veloces y actuaba en las fases preliminares y finales del combate, articulada en grupos reducidos; sus sables eran curvos para permitir herir con el filo en lucha individual. Teó-ricamente, los cazadores debían emplear con más frecuencia las carabinas y las pistolas de arzón; mientras los húsares el sable. Realmente, al cumplir idénticas misiones, sólo se distinguían en el mayor coste del vestuario de los segundos. Los dragones solían formar a veces en vanguardia con la Caballería ligera, pero normalmente se situaban en retaguardia siendo los encargados de explotar la victoria y perseguir al enemigo para aniquilarlo; en vanguardia tenían la misión de ocupar posi-ciones importantes que favorecieran el combate de las fuerzas propias. La escasez de caballos hizo que fueran empleados con frecuencia donde hiciera falta junto a la Caballería pesada o ligera y, por ello, dejarían de ser Arma mixta y acabarían por integrarse en el Arma como un instituto más. Es decir, como una Caballería que sabía combatir a pie. La mejora de la Artillería hizo estrecharse al máximo la formación en batalla: a sólo dos filas por línea. A partir de la segunda decena del siglo XIX se hizo patente la ventaja de la lanza sobre el sable recto y las unidades de la Caballería de línea recibirían tal arma, constituyendo el instituto de los lanceros. Comenzaba la lanza-manía que duraría todo este siglo y parte del siguiente. A finales del XIX los fusiles de retrocarga y repetición, las ametralladoras combinadas con las trincheras y las alambradas harían muy dificultoso el empleo del caballo en el campo de batalla. Pero, en España, todavía era el medio principal de combate del Arma rebasada la primera mitad del siglo XX y, hasta su tercera década, se mantuvieron los nombres de los institutos tradicionales: lanceros, cazadores, húsares y dragones, aunque debido más a un empeño por conservar las tradiciones que a las dife-rentes formas de combatir. EL BAUTISMO DE FUEGO DEL PRIMER TANQUE Fernando Facenda Fernández comandante de Caballería Siempre se ha dicho que los tanques fueron utilizados en combate por primera vez, por los bri-tánicos, el 15 de septiembre de 1916, en la famosa batalla del Somme. ¿Pero cómo se llegó a él? ¿Cómo se comportaron en la batalla del Somme? Los tanques no aparecieron por arte de magia en el panorama mundial. Ya desde muy antaño, el nacimiento de los carros lo podemos igualar con el nacimiento de los carros egipcios o romanos; no nos olvidemos de los diseños de Leonardo da Vinci o los vagones blindados de la guerra civil americana. Son algunos ejemplos de este sueño de crear el arma que decidiese el sino de la batalla de forma rápida.


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