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REVISTA HISTORIA MILITAR 119

LOS ASCENSOS DE GUERRA (1909-1922)… 15 INTRODUCCIÓN “Yo no ignoro que apenas sí hay un español que no esté convencido de que todo, absolutamente todo, en nuestro país, depende de la influencia de que se disfruta”. Esta afirmación lapidaria se la debemos a Juan de la Cierva en una de sus intervenciones parlamentarias en el Congreso defendiendo la Ley de Reorganización del Ejército de 1918; y con ella señalamos lo que constituía la base fundamental sobre la que se construyó el edificio de la Restauración: el caciquismo y sus redes clientelares, que impregnaban todos los niveles de la vida social y administrativa del país. Esto era particularmente cierto en el desarrollo de la carrera profesional de los funcionarios ─de los cuerpos generales, sobre todo─, mucho más dependiente de su “vinculación a camarillas burocráticas, patronazgos e influencias políticas” que no de “normas objetivas de decurso profesional”2. Algo muy parecido ocurría en el cuerpo de oficiales de aquellos años, aquejado además de una fuerte endogenia, que, aunque consolidaba ya ciertas dinastías de militares de prestigio, al mismo tiempo facilitaba la absorción, sobre todo en las filas de las armas generales, de miles de hijos de anónimos brigadas y sargentos, de forma que los escalafones excedían con mucho las plantillas. En tales condiciones, los ascensos y destinos de la carrera militar dependían también de toda una serie de caciques de uniforme, más o menos influyentes según su jerarquía. En la cumbre de la pirámide se situaba la Corona, encarnada en Alfonso XIII, necesitada de atraerse la adhesión política de los príncipes de la milicia y de los sectores más dinámicos de la corporación castrense, y así cimentar sobre ellos una plataforma de poder independiente de los partidos dinásticos, ya en pleno proceso de descomposición y progresivamente desconectados de las nuevas realidades sociales3. Para defenderse de posibles prácticas caciquiles, los empleados públicos siempre soñaron con integrarse en escalafones ordenados por antigüedad. Solo así obtendrían “el reconocimiento oficial del lugar privativo del funcionario en el Estado”, dotándole de inamovilidad en su puesto y defendiéndole del “sistema de botín político imperante durante mucho tiem- 2  VILACORTA BAÑOS, Francisco: Profesionales y burócratas. Estado y poder corporativo en la España del siglo xx, 1890-1923. Madrid: Siglo XXI de España editores, 1989, p. 69. 3  BRU SÁNCHEZ-FORTÚN, Alberto: “Padrino y Patrón. Alfonso XIII y sus oficiales”, en Hispania Nova. Revista electrónica de Historia Contemporánea, n.º 6 (2006). pp. 73-96. http://hispanianova.rediris.es. http://hispanianova.rediris.es/6/articulos/6a003.pdf (9 febrero 2015). Revista de Historia Militar, 119 (2016), pp. 15-66. ISSN: 0482-5748


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