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REVISTA HISTORIA MILITAR 119

LOS ASCENSOS DE GUERRA (1909-1922)… 19 rrada como la medicina necesaria que debía administrarse ya sin demora9. También lo más granado de la izquierda intelectual se abonaba a este primer diagnóstico. Luis Araquistáin, director entonces del influyente semanario España, aseguraba desde sus páginas en los primeros días de junio que las Juntas de Defensa se habían creado para obligar al poder público “a ser justo y equitativo en los ascensos, base de toda unidad y disciplina”10. Asimismo, una buena parte de los autores que escribieron obras periodísticas, de ensayo o de memorias, en los años siguientes a la aparición de las Juntas, vuelven a situar los ascensos de guerra concedidos durante las campañas de Marruecos en la raíz del fenómeno juntero. El comandante Eduardo Benzo, por ejemplo, en su ensayo publicado en 1931 declaraba: “No hacía falta que el Reglamento de la naciente Unión omitiese que la defensa de los intereses colectivos se vinculaba esencialmente en la escala cerrada, pues el problema estaba latente y vivía en el designio de todos”; y en la página siguiente remataba: “Las recompensas, y sobre todo los ascensos por méritos de guerra que se concedían en África, fueron gradualmente preparando el ánimo a la protesta … por los casos de favoritismo que se daban …. Los ascensos en África han sido, sin disputa, lo que más contribuyó a la creación de las Juntas”11. Bases y mecanismos del problema. Los juicios de votación Pero volvamos la vista atrás; las reformas del general Cassola intentaron ser un gran esfuerzo de racionalización de la profesión militar, pero resultaron truncadas por múltiples tensiones corporativas. También abordaron, desde luego, el sistema de ascensos en paz y en guerra, intentando atajar el caos imperante hasta entonces. Su pensamiento reformador subrayó el derecho del Estado a ascender en caso de guerra a los que demostraran extraordinaria habilidad en el manejo de unidades, y así beneficiarse del servicio de los mejores. Sin embargo, seguía aceptando el ascenso de guerra como un premio, aunque el mero valor, sin relevante aptitud demostrada, no se hacía acreedor a él. Los agraciados debían constar nominalmente en el parte circunstanciado de la acción, que debía remitirse a la superioridad an-              9  La Independencia. Diario Católico, Científico-Literario y de Noticias (Almería) de 13 de junio de 1917, p. 1. 10  España (Madrid), año III, n.º 124, 7 de junio de 1917: “El Ejército contra la oligarquía”, pp. 3-4. 11  BENZO, Eduardo: Al servicio del Ejército: tres ensayos sobre el problema militar de España. Madrid: Javier Morata, 1931. pp. 51 y 52. Revista de Historia Militar, 119 (2016), pp. 19-66. ISSN: 0482-5748


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